15/9/07

El ataque al Planeta Alameda

La Alianza Rebelde comenzó hace casi un año con una ofensiva en el Planeta Alameda para ganar el terreno a la diversidad en aras de su supuesta prosperidad y de la defensa del buen ciudadano. La perversa idea de luchar contra los hijos del lado oscuro para sustituirlos por el recto y bondadoso hombre parece imparable pero la fuerza de la República golpeará la conciencia de todos sus habitantes pues en su interior pervive la influencia del lado oscuro. Su pretendida limpieza sólo ha podido alcanzar de momento el paisaje del lugar pero se obstinan en su lucha contra el vicio y la corrupción con sus guardias de la moral y su idea de virtud. Quieren cambiar la base social, que les parece depravada y escandalosa pero que ha ofrecido refugio durante décadas a una diversidad de culturas y costumbres. Todo por el descanso del buen ciudadano pero el imperio de la naturaleza real del hombre les demostrará que luchan en vano...

8/9/07

El lado oscuro

Algo cambió con aquella película de batallas espaciales. Aquella en la que un oscuro caballero, elegantemente enfundido en su armadura negra representaba al lado oscuro de la fuerza pero también a un padre perdido en el camino de la lucha por la vida. Aquel señor poderoso perseguía a los rebeldes republicanos que formaban parte del lado bueno, los protectores de la idea de justicia universal y del sentir común del progreso. En mi psicología infantil era impactante que alguien pudiera con un solo gesto asfixiar al enemigo, que pudiera levantar objetos enormes y hacer temblar los cimientos de cualquier materia. Aquel poderoso hombre era una reconstrucción de alguien que en el fondo era débil, una mezcla de trozos metálicos y humanos que le costaba, además, respirar. Pero sobretodo era un cabellero de una orden mágica, un padre distante que estaba predestinado a unirse, al final, a la bondad de su hijo.

-Luke, yo soy tu padre

-¡Nooooo!- gritaba el protagonista como costándole entender que dentro de todo ser había un lado oscuro, una parte de maldad que era negada sistemáticamente. Pero era una parte que parecía tan atractiva…

Me sentía especial con aquellas gigantescas ilusiones de superhombre porque todavía no comprendía esa cosa tan profunda e inevitable que es la soledad. En mi locura infantil me conformaba con aquellos héroes y heroínas que podían difuminar todas las limitaciones y barrer del mapa a mis enemigos con un viento huracanado, un fuego arrasador o unos rayos láseres destructores. Aquellos héroes remediaban lo espesa que era aquella otra galaxia en la que no podía volar, allá fuera de los límites de la fantasía, donde no podía descontrolar porque fuera de la imaginación fantástica todo era respeto a los límites.