28/1/15

Soliloquios del amor dormido

Hay un punto en que llega la lucidez, generalmente puede ser duro pero revelador. Cuando el mecanismo de control parecía garantizado y de pronto se descubre que hay algunas cosas en las que uno se deja arrastrar, se podría decir que uno se deja arrostrar. Qué bonita palabra que he encontrado en la memoria. Tengo seguro un archivo oculto de palabras complicadas o elegantes pero creo que en algún momento perdí la clave de entrada. En cualquier caso me sirvió de algo leer. Había llegado a pensar que leer no sería catalizador del conocimiento mayormente por desconfianza de la memoria. Nos obligaban a estudiar memorizando, pero queríamos comprender. Ya se sabe, para ampliar la cultura no todo es estudiar y retener. Pero parece que quedó algo en el caldo de cultivo de los libros que cayeron en mis manos o que me atrajeron como un imán y la esperanza me dice que me servirá de algo haber leído tantos libros.

Me gustaban los libros liberadores, pues los de texto no valían para salir del eco de las aulas. Desde luego no partí de cero a la hora de enfrentarme en la vida gracias a lo que leí de adolescente, entre otras cosas construí un amor romántico desmesuradamente potente, pero mi formación no sirvió para disipar el miedo de que, si faltaban habilidades prácticas, pudiese el espanto de la ruina dejarme desolado, como cualquier mendigo que regala poesías.

Decía, por retomar las riendas, que gracias a un toque del mundo de pronto uno se da cuenta de que se ha dejado arrastrar en una rutina y creyendo que se tenía todo controlado aparece la sospecha de que un vicio más te atenaza. Y es cuando una energía consolidada no tiene salida y empieza a palpitarte el ojo por las vueltas sin sentido que conlleva la reflexión. Cruje el cuello de estar absorto delante del ordenador y esto es un síntoma que acerca la sospecha, la terrible sospecha, de pensar que sería mejor volver a patear las calles, de pensar que había dejado de buscar… pero esa irresoluble incógnita de buscarse a uno mismo en la calle realmente no me había abandonado. 

14/1/15

Warm up Life!

Me gustaría hacerlo con mis manos y con mis ganas de emprender un camino hacia el amor. Me gustaría arrancar las telarañas que pueblan mis rincones, pegar patadas a las puertas que me cierran el paso, desbrozar los rastrojos que no me permiten ver. Con un chasquido de dedos romper el silencio, gritar, modular la voz, mover la cadera y dar vueltas sobre mí mismo en unos segundos de descarga emocional. 

El amor es la divinidad, por buscarlo me he perdido miles de veces y miles de veces erré, pero ahora toca la vida y el amor me ayudará a bailar con ella. Y quizá suceda otro salto al vacío, otro fallo de cohete, pero no importa porque quiero conducirme a la estela de los meteoros, alcanzar la velocidad de la luz para llegar a la luna de Endor…

9/1/15

Time Fly

Me quedaba mirando el teléfono, acusándolo del silencio. Tenía planes de comunicación pero no daba el maldito primer paso. Cierto era que había dejado morir el susurro de la urgencia, pero ahora lo miraba con expectación, interrogándolo con paciencia, casi mandando señales telepáticas a los receptores invisibles en otros puntos distantes del pasado. Cuánto le había gustado sonar a horas intempestivas, qué le gustaba retenerme en el momento más inoportuno o cuando estaba a punto de salir por la puerta. 

Otro síntoma-reflejo de la soledad en la que me había metido era acercarme a la ventana para mirar las nubes, las copas de los árboles meciéndose caprichosas, silbándome. Quizá la mirada a la lejanía era la más misteriosa ¿Qué estaba mirando fuera que no estuviera buscando dentro? Miraba el tiempo pasando cuando quería procurarme la idea de que los días no eran días, que no formaban semanas y que las semanas no formaban meses. Que todo era un fluir continuo y que en ése fluir atesoraba la idea de alguien para mí queriendo mantenerme joven, pero joven de ilusión, que era lo que importaba. 

Y de alguna manera al ser hedonista esperaba el amor también a través de mi cuerpo o más bien el placer; anhelo juvenil que no caducaba…