23/11/16

QUÉDATE

Dioses solapados, candelas brillantes que nos van guiando en un camino elegido por la mano más caprichosa, la mano adecuada a la espada que he forjado en mi reino de Camelot. En el cruce con soldados hambrientos fui mercenario del cariño porque quise que mi gloria, mi estandarte, fuese el amor. Ése era mi tesoro, mi capital. Y por amor guié mis pasos en cada instante. Nada de estrategias, nada de pasos perdidos, usé el globo de helio de la ilusión, el gran pilar de mí ser, y la improvisación. Imaginé dioses y musas brillantes en mi reino de Camelot, miles de hogueras de renovación en cada rincón del castillo y un corazón suspirando en la noche profunda de una celda. Una habitación tres mil veces visitada en el recuerdo y ahora esto: los paseos con el pecho encogido y la piel de gallina. Parecía que el tiempo había glorificado los cantos de sirenas que sentí, pero el sabor de aquel almíbar en mi boca se había enrarecido, la última vez me supo a gloria. Me quedaba la melancolía de sentirme un hombre libre que, simplemente, persigue su propio placer. Que sigue buscando para temblar y relajar los músculos en una vibración orgásmica que es como un salto al techo, como una erupción de burbujas que disuelven la conciencia. Qué delicia de pérdida del ser, qué vertiginosa pirueta que te deja en reposo, limpia y cristalina la cabeza. Durante segundos de levitación sólo placer y vértigo… Quizás algún día en la caída me recoja el cariño de unos besos que murmuren ‘quédate’.


3/11/16

¿CALLE O POESÍA?

-Puedes llamarme loco pero contigo, así mirándome con ojos de deseo, ya no salgo a callejear.
-Yo tampoco, cielo, de calle pocas ganas pero la sigo echando de menos. La sorpresa de descubrir personas y cosas cuando vas de un lado para otro. Esa agilidad mental que da aprender de todo un mundo diverso reunido en esta gran ciudad, por ejemplo. Apertura mental. Pero toda esta filosofía palidece contigo, claro, tú que eres un tobogán de sensualidad. No me da miedo centrarme en ti, pero aquel inmenso teatro… no cerraré las puertas a todas esas personas que me he estado perdiendo…
-¿Ya te interesan?-preguntó con un mohín de extrañeza.
- Me interesan todos, cada cual con su brillo que lo hace único. Me interesa la gente que se divierte en la calle. Eso sí, se está muy bien afuera, pero no tanto como nosotros aquí hablando de sueños pecho contra pecho…
-Eres un romántico y yo puro morbo. Me acaricias y no puedo pensar en nada más que en follar…- ronroneó haciéndose un hueco entre mis brazos.
- Pues entrégame el morbo de tu cuerpo y yo te hago una poesía.- Le susurro mientras acaricio sus endurecidos pezones que me llamaban…