25/11/15

EL ÁRBOL DEL AMOR

El árbol del amor y los eucaliptos de ochenta años me observaban mientras paseaba solitario, me miraban como interrogándome qué quería de ellos y yo, como acarreaba una melancólica soledad, les atribuía la misma capacidad de acompañarme en el paseo, resaltando su naturaleza viva dedicada exclusivamente a mi presencia porque estaba allí, visitándolos y admirando la belleza de sus balanceos y silbidos. La luz del sol entregándome diamantes brillantes en el filo de las hojas, las caídas en el suelo me entregaban su sonido seco al quebrarse bajo mis pies. El viento se empeñaba en arrojarme ramilletes de hojas sobre mi cabeza, despertándome de la ensoñación de mis pensamientos para darme cuenta de que dejaba un par de sonoras huellas solitarias, para aceptar la cruda realidad de que seguía caminando a solas a pesar del paso del tiempo y de las personas. Los pájaros de mal agüero me recordaban que así lo había querido: ‘Nadie ha tenido la culpa más que tú por creer en los ángeles cupidos, por creer en la magia del destino, por pensar que podía existir un molde de algo que es completamente inmaterial. Con el sacrificio pendiente de cambiar ideales por emociones lo único que puedes hacer es disfrutar del aire puro que llena de oxígeno tus pulmones entre calada y calada, mientras la nicotina entra en filamentos manchándolos de un poco de realidad’, escribí en la libreta con una letra casi ilegible porque no quería que mis dudas ahogaran mi tenue e intermitente creatividad. Paseando lentamente conseguía ralentizar los nervios y apreciar mejor las sensaciones que recibía, así brotaban las ideas, así me convencía, querido árbol del amor, de que lo mejor que podía hacer era huir corriendo para acelerar el ritmo de la creación, para que brotasen ideas desordenadas del inconsciente que alimentasen mi espíritu creativo. ¿Para cuándo la seducción del blues, cuándo los deseos y besos de las aventuras? ¿Cuándo el silbido de un susurro en la cercanía de mi oído y no en tus lejanas hojas?


19/11/15

EN ALGÚN RINCÓN PERDIDO

Como si nos lo tuviéramos que contar todo, que no, que prefiero que me enseñes a prosperar en tu cuerpo y que toques el mío sin medida, que aprendamos canciones con suspiros, canciones de minutos que en realidad son horas, pues el ritmo de la vida lo podemos marcar nosotros. Se me ocurren tantas cosas que no puedo parar de imaginar, con nuestra piel idear rutas desde el placer al dolor que se convierte en placer porque no hay miedo ni límites. No cerraremos los ojos y podremos ver las cosas más increíbles, por supuesto el morbo que me despiertan tus curvas iluminadas por la hoguera, las mías recalcadas con tus caricias. Las mejores imágenes, por ser las más prohibidas a la vista común, impregnando nuestras retinas. Los puntos gozosos volviéndose almíbar, que podrían ser licor universal sino fuera porque estamos encerrados en una cabaña y aislados en nuestra irresistible atracción de mirarnos exclusivamente. 
Y habrá descansos para respirar oxígeno y entonces el loco romántico que había en mí, que creía dormido por cansancio, te contará historias para salir del límite de nuestros cuerpos. Viajaremos mentalmente fuera de aquel techo, porque no necesitaremos billetes, ni vuelos ni dinero para visitar juntos a todos los santos y santas que dan nombre a las plazas de todos los pueblos. Puede que sea un sinsentido pero es cuando merecerá la pena usar las palabras y no para lanzar reproches ni discutir, no queremos eso, las queremos para elevarnos sobre todo el diccionario del amor y de la paz recuperada en algún rincón perdido del planeta. Y en cuanto caigamos en el susurro en vez de dormirnos volveremos a tocar nuestros instrumentos para interpretar otra melodía dulce y acelerarnos en el ritmo de la seducción que avanza, piano, piano. Serían las expectativas lo que debemos evitar y aferrarnos a la carretera de nuestros deseos y sentimientos, en el mejor de los casos será un presente inolvidable. Intensa compañía, con nuestros gemidos escribiría un libro en tu piel que recordaría toda la vida…



10/11/15

CONJUNCIÓN

¿Es la influencia de la entrada al invierno lo que hace oscurecer los pensamientos? Menos mal que me haces espantar la pesadumbre de cigarra que llevo. Mantendré la inercia positiva, hacia arriba, hacia ti aunque me encuentre seco. Me da chispa tu mundo en donde no se piensan tanto las cosas, donde se responde sin pensar a los acontecimientos y a las personas. Tú que haces moverme como un resorte, sin reparos hacia la inconsciencia, la locura, el desenfreno, allí al punto de no retorno es donde quiero que me lleves, soy tozudo pero con tus manos me ablandas, con tu mano creas fuego y temblor, el agua de mi cuerpo hierve. Igual que eres capaz de tranquilizarme, conviertes mi alma de perro en la de un hombre sereno. Si soy civilizado es porque quieres, me domestiqué para que me saques al animal a pasear cuando despierto tu deseo de jugar conmigo. Ando frenando ansias de guerrero si susurras a mi oído que me quieres dentro. Algo parecido debo despertar en ti porque me buscas, buscas mi agitación, buscas una respuesta que destaque sobre lo plano del ser común. Hay misterio, por fin hay historia sobre algo que guardas en tu espíritu, me vuelvo arqueólogo de tus pensamientos aunque no debería querer saber más que lo que me enseñes, como no indagarás más de lo que te quiera enseñar, así son dos seres divididos por Apolo que se dejan llevar por la ley de atracción. Fíjate si tienes poder que dejo de ser mental para entregarme a través de mis manos. Me haces improvisar, ni cálculos me salen con tu presencia, me sale existir como tal para gravitar alrededor de tu cuerpo celeste. Y como un tornado nuestro abrazo nos conjuga, nos revuelve y nos mezcla sin saber si esta esencia es mía o tuya, si éste es mi vientre o el tuyo, tan pegados quedamos, y sólo sentimos chispazos que formulan constelaciones aquí y allá…