21/6/16

EL PODER DE LA MAREA EN TU PIEL

Recuerdo que lo primero que hice la primera mañana en la ciudad fue acercarme al mar como una tabla de salvación. Sentí una profunda punzada de orgullo al pensar que había atravesado el Atlántico para tocar la orilla del Pacífico. Recuerdo cómo me atrajo como un imán la primera línea del mar hasta que me quedé absorto con el movimiento de las olas, hipnotizado por el agua que avanzaba y retrocedía sobre la prensada y oscura arena. El placer recorrió mi cuerpo admirando aquellas estelas cristalinas como espejos, que serpenteaban siempre dentro de un límite sinuoso y sereno, muy diferente a la bravura de la inmensidad del mar. Una lengua de agua salada bendiciendo a la ciudad que le daba frescura y que te movía el alma. Agua clara, agua verde o azul frente el gris del cemento. Aquella vista era una burbuja de susurros que sonaba como un suave paraíso, sólo roto por el rumor de las olas lamiendo la orilla y por las voces de las gaviotas marcando el compás en cada descenso. Era magnético verlas rasgar el espejo de la superficie del mar para atrapar peces al vuelo, quién pudiera. Luego estaban aquellas lanchas y motos acuáticas que eran un poco el despertar de la ensoñación, porque rompían el tranquilo rumor del oleaje con los sonidos de los motores y la impaciencia de los turistas. Como la campana y el chirriar del cableado que me devolvieron al instante real, enmarcando los recuerdos en el acelerado presente de los tranvías recorriendo la ruta de superficie. Un presente reconfortante por la esperanza de comenzar, de nuevo, una historia de cuerpos entrelazados y sábanas revueltas en la cama. Y yo pensando en el poder de la marea en tu piel. ¿Me conduciría el roce electrizante del despertar a un romance apasionado? ¿Sería posible a partir de una noche de verano? Cerraba los ojos e imaginaba tu piel pegada a la mía y pasaba por mi cabeza todo lo que había recorrido para llegar hasta ti: un océano inmenso de planes y promesas. No sabía muy bien si anestesiar los recuerdos de aguas turbulentas del pasado, si eso sería un aliciente para que el presente me sorprendiera saboreando la sal en la piel suave de tus despertares, pero estaba seguro de querer zambullirme y dejarme arrastrar como una gaviota hambrienta en tu profundo mar.


10/6/16

UN TESORO POR EL QUE MEREZCA LA PENA SUDAR

Me suena bien cuando me pides profundidad y yo lo deseo. Un tesoro por el que merece la pena sudar. Mira si lo deseo que me pienso dentro de ti, calentito, recogido entre unas piernas que me abrazan fuerte. Pero te siento temblar cuando me propongo ¿Te doy miedo? Si te asusta guardo mi impaciencia, bajo la candela, desinflo expectativas por un acuerdo de unión intensa cuando nuestros cuerpos necesiten estremecerse. Mejor acariciarnos y buscar el reflejo del morbo a través de unas manos curiosas antes que comerse la cabeza. Si me temes salta al vacío porque juega en nuestra contra la falta de tiempo entre tanta cordura y obligación. Yo también dudo pero creo que estaré llamando a tu puerta cuando la pasión te venza y suba por tu piel iluminando en tu cabeza mi nombre. Si el ansia de salir de nosotros y respirar fuego de dragones nos precipita, buscaremos el éxtasis en un territorio que nos alivie de presión. Evadiéndonos quizá resucitemos como cohetes disparados cuando gire la luz roja. Y si de verdad me deseas estaré sobre ti, descargando todo el plomo en una explosión nuclear que nos revolucione desnudos, que reinicie nuestro sistema cuando el amanecer se deslice entre nubes de radiación. De latidos y gemidos se nos irá la cabeza al cielo y caerán de nuestra piel todos los escombros. Expulsaremos sudando todas las toxinas a caballo del orgasmo, destruiremos en esa hoguera las pelusas que nos salen de aguantar tanta formalidad. Si fuera el final de los días los pensamientos de un mañana sólo servirían para desplazarnos de la conmoción, de las delicias del placer que no encuentra límites en el presente. Mientras tanto, cuando caigas en esa melancolía tuya de aplazamientos conviértela en blues pero no hagas canciones solitarias con mi deseo, no conviertas en melodía los caprichos y las indecisiones… quizás sea mejor que sudemos cuando merezca la pena el deseo. 


2/6/16

COLGADO

Con mucha pasión contigo, como si estuviera colgado de resortes musicales mis brazos pidiendo tu cercanía y tú armando contrabajos en tus caderas que se mueven alegres hacia mí. Flashes de sonrisas y curvas en cada uno de tus pasos que provocan ondas en mi entrepierna. Eres la puta fábrica de amor prefabricado a mi medida, quien me deslía de los pensamientos desmadejados. Eres una valkiria que altera mi espejo profundo, que me despoja con gallardía de locuras y temores. Cuando respiras sobre mí acudo sin pensar a recoger tu aliento, sabiendo que con tu cuerpo suave y rotundo me volverás a hipnotizar en tu desnudez. Me quedo colgado con las vibraciones de tu carne, con las simples vibraciones de tu carne deliciosa al caminar para abrir cortinas y ventana y así recibir el sonido y el frescor del mundo en nuestra piel desnuda. 

Óleo de Jacques Sultana