30/12/08

2009: Vibrar el corazón a dúo


No hacer nada para mí es sólo pasear, pasear y mirar al cielo, respirar profundo, suspirar para descargar adrenalina, que llevando una vida sedentaria no viene bien tanta acumulación hormonal. Porque claro así se amansa la fiera, para que no de la lata ni forme estruendos, ni eche fuego por la boca porque me esté poniendo como un dragón y lo fácil, lo más sencillo, sea comportarse como un monje eremita. Tendría que tirar de la meditación budista pero no me convence, una vez te pones con esas cosas vuelves a empezar a creer en algo superior y a derivar responsabilidades y si hay alguien a quién pedir de qué sirve el esfuerzo. Si fundar una familia es lo productivo de qué sirve amar cuando no andas con esas intenciones. Ya sabéis nos suelen hablan del oro como el camino en la búsqueda del progreso. Después de años reflexionando sobre esto he formado mi propio credo, un conjuntillo de ideas que me hacen pensar que la divinidad está en uno mismo, es decir, en el centro, en la esencia pura. Creo que el destino, la búsqueda es sólo un camino de reencuentro, volver a notar la vibración interna, eso que sentimos antes de que conociéramos el lenguaje y el significado de las cosas, antes de moldearlo todo con la educación, que tan buena es para unas cosas pero que resulta contraproducente para el Ser espontáneo que hay en cada uno. Y juzgamos que hemos encontrado el destino cuando encontramos a una persona que nos deja ‘ser’ sin filtros, que no le importa el silencio porque siente que suena la compañía. Pero es untesoro difícil de encontrar porque lo social es comportarse y poco espacio queda para la libre expresión del sentimiento. Y parece caro eso que no hace ruido, que no provoca escándalos porque no está formado por palabras sino de risas entrecortadas, gritos relajantes, tarareos improvisados, deseos expresado con un roce felino de celo, momentos de calor donde la impronta de acercarse y rozarse es suficiente. Entre tantas conversaciones de voces altisonantes esto llama la atención, como si nos hubiéramos acostumbrado a que se demuestren los sentimientos en privado. Coger la mano y chillar, echar a correr porque apetece romper la rutina. No hay nada parecido en el mundo de las costumbres. Sólo se me ocurre la descarga que produce una montaña rusa o uno de esos saltos al vacío colgados de un puente, con una goma elástica claro. El ser supremo es nuestra vibración, nuestra llama andante, el paraíso es la conexión, hacer sonar el cascabel junto a otra persona. Vibrar el corazón a dúo. El infierno es permitir que las preocupaciones cubran con un manto de nubes negras tan inmenso amor por el prójimo, las nieblas que alimentan las distancias. Los problemas no resueltos, no expresados se vuelven odio, rabia, envidia, rencor, son comparaciones cuando somos únicos e incomparables. Lo mejor sería hacerle un monumento a la confianza en el centro del ágora, esculpir un corazón de mármol y ponerlo bien visible con una leyenda que diga ‘Despierta tu día vibrando a dúo’. Y así recordaremos ese momento dulce del despertar junto a alguien y olvidaremos tanta guerra y tanta negociación. No existen razas ni credos, no hay lenguaje, el sonido es igual, y se nota, pues es la vibración que produce los latidos del corazón. Tocadlo a dúo. Este es mi deseo para el 2009. Feliz año.

28/12/08

Tres palabras, tres deseos, doce uvas


Agruparse, reunirse, calentarse. Tenía que apuntar estas tres palabras para que no se me olviden. Me gustaría que fuesen los pilares de mis pensamientos, de mis acciones, de mis escritos. A ver qué hago por mí, sobretodo para que las próximas Navidades no salga pensativo de las reuniones familiares, centro de mis preocupaciones en estos días. Todo ha ido bien, mantendré a mi familia en un cajón dorado por el resto del año y a partir de ahora toca mi vida. En mí pensaré en la noche de los tres deseos y las doce uvas, porque será momento de comenzar nuevos andares y no quiero que me coja con estos pelos. Lo primero es arrimarse a la lumbre de una fogata para poner rumbo a alguna constelación. Después viene lo de compartir el camino, moverse con, que no es lo mismo que conmoverse pero bien vendría temblar junto a Kafka para activar sentimientos, reaccionar a estímulos externos después de estirarme como un gato. Llegar al lametón perruno será la prueba del diez de que confío ciegamente en la compañía misteriosa. Ya volverá la música en directo, el blues, el funky, la guitarra sencilla a la luz de la hoguera porque esos duendes siguen allá afuera, aunque no sepa dónde. Volverán los tibios colegas a mi alféizar para anidar y yo les pondré huevos de pascua como una matrona con barba. Y después de salir de la cueva seré generoso, no quiero que la vida me pase factura por no haberme dedicado el tiempo oportuno de considerarme como uno entre más, nada del primero. No puedo salir acarreando tronos por los bulevares, bastará unas zapatillas rojas y un camino amarillo. Y después el hombre de hojalata, el espantapájaros, el valeroso león, todos juntos cantaremos ante el ‘fogateo’ de la lumbre, aunque los cuchillos afilados del milenio rocen sus hojas para avisarnos del precio que hay que pagar por querer algo. Nos dará igual porque sólo queremos darnos calor con las manos, curarnos unos a otros con la imposición de la ternura, abrir la flor de primavera en invierno porque no queremos esperar. Le pondremos al Camarón una base electrónica y la Linares bailará hip hop, porque estamos en Sevilla y aunque no haya engendros espaciales que vuelen sobre nuestras coronillas nuestro grito va a ser la vanguardia. Daré la vida por ti fulanita, te amaré menganito, aunque os conozca de hace tres días, porque ya no tiene sentido machacarse y deambular como un zombie de polígono, toca la hermandad pandillera del amigo invisible. Ése que puede crecer en cualquier momento dentro de tí. A partir de enero partiré mi corazón en tres o cuatro pedazos y los lanzaré al aire que no creo que haya cuervos, alguien los guardará en una cajita…

26/12/08

Mi personaje está en huelga


Y entonces ¿Por qué demonios quiero escribir? Mmmm, a ver, pensaré un poco… Habrá que estrujarse los sesos ¿No? Habrá que recuperar la ilusión por contar cosas, pero claro la cuestión fundamental es la de comunicarse, el flujo recíproco ¿Qué necesitas joder? Jodida atrofia, apareció de nuevo el estancamiento, eso es lo que pasa. Me gustaría quedarme tirado haciendo glglglglglglu al lado de una botella para protestar y que te sirva de algo pero ya no bebo, coger un pedo mortal con los pitillos pero ya no fumo… flotar, flotar, qué bien te vendría para hacer tonterías ¡Qué caro se ha vuelto evadirse para que muevas el culo desde que no quiero perjudicar mi organismo! Parece que hay amor propio pero no me desangraré en el camino de la autodestrucción por tí y eso, que es bueno para todo, para llevar una vida estable, sin sobresaltos, para no crear problemas a las personas queridas y cercanas, no es bueno para la creatividad según confiesan mis demonios. Siempre he considerado que el sufrimiento es bueno para el arte, sobre un lecho de emociones intensas surge la necesidad de expresión ¿pero sobre la estabilidad qué crece? De una vida ordenada y sana ¿qué puede salir? Tener hijos podría ser un buen camino pero no estoy hecho para eso, aunque me pese. Ponerse una meta de casa y coche sería buen remedio para alienarse y olvidarse de las cosas de la vida. Viajar sería la gran solución pero no quiero moverme en estos momentos, me prometí quedarme en esta ciudad, crecer, adaptarme a una normalidad reconfortante pero nada parecido a una montaña rusa. Podría construir vidas artificiales pero ¿Qué puedo contar sobre un personaje que está en huelga de brazos caídos? Por tu cabezonería tengo que echar mano de mis estados de ánimo para seguir escribiendo, me dejas con el culo al aire, lo entiendo con cierta preocupación, poco te importa los puntos que pierda mi reputación. Armar una vida que no es la mía cuando el cabrón de mi personaje se resiste a colaborar y meterse en líos para que yo los cuente es cosa bien difícil. El tío sufre del mal urbano, ya lo sé, aburrimiento, apatía, aislamiento, nada grave pero todo volviéndose gris y quiere que le meta amoríos. ¿Y así cómo coño hago un relato? Quizá en un pueblecito verde deslumbrante podrías escarbar huertos de ilusión. Lo mismo en una comuna podrías desconectar el tarro y perderte en la exploración de universos interiores ajenos al tuyo. Luchar por la paz haciendo el amor, todos desnudos alrededor de la hoguera, formando parejas dobles sin que haya celos destructores, amando a chicos y chicas de la misma manera… No, cuidado, ya estoy deseando y sólo soy el que escribe, no me metas en tus líos porque no puedo construir paraísos artificiales, eso es algo que no me puedo permitir, porque la realidad es esta: nada pasa fuera de tu relato y no puedo pretender perder la cabeza para que tu tengas tus aventuras. Por mucho que te duela la boca de pedir las cosas tienen su propia dinámica ¿verdad? Ya se lo que te pasa, no puedes profundizar en tus amores, se me olvidó como se hace. Me preocupa, lo confieso, es un capricho que tienes y yo estoy aquí sentado pidiéndote palabras cuando quieres que sea tu fuente…

23/12/08

La Gran Cena


Las Navidades ya están aquí. Toca reunirse en familia con motivo de la Gran Cena. Como todos los años, ya se sabe, es poner buena cara y vadear los roces del funcionamiento de caracteres diferentes y genes afines. Cuando la anfitriona diga ‘ya se puede’ comeremos hasta que la panza diga basta y beberemos alguna copita de más hasta ver las chispitas de navidad como espumillones flotantes y todo transcurrirá como la seda roja flor de pascua. El recato, las buenas costumbres de sobremesa, saldrán por la ventana cuando suene la cucharilla en la botella de ron y a nadie le importará hacer el ridículo por un fun fun. Los mayores redoblaremos el esfuerzo por parecer unidos y las sonrisas serán un buen remedio porque hay niños correteando y aprendiendo a vivir la nochebuena. Volverán las abuelas a la mesa, aunque ya no estén, para pasarnos el brazo por el hombro y acercarse a la lumbre doradamente terrenal de las velas. Los labradores no perderán un gesto de los humanos por si se escapa alguna gamba, esa cosita tan rica que sabe como el agua del mar, guau, slurp. Y en los estómagos se afanarán los duendecillos por digerir una capa de sopa, una capa de langostinos, una de jamón, otra de queso, pavo, carne, dulces y turrones. Papa Noel llegará, como viene haciendo desde hace pocos años, aunque no pueda examinarnos los pecadillos porque es guiri, de Groenlandia por lo menos, y no se entera de nada. Todo se salva en la noche, no hay diferencias que importen ya cuando salte la emoción de sentirse unidos un año más a pesar de que todo cambie. Y llegarán las risas al pairo de los recuerdos, los gestos sin palabras, los besos y abrazos con plazo anual. No es una noche cualquiera y, a buen seguro, saldrá también a la luz lo mejor de todos nosotros, como si encendiéramos una vela en el alma… Mis mejores deseos a todo el que lea este post y muy especialmente al que suela leer este blog (que si, que quiero creer que alguien me sigue). Muchísimas gracias por vuestra compañía y por intentar entender este pequeño mundo. ¡Feliz Navidad a todos!

22/12/08

Air Guitar


Y se hizo la luz. Ese examen de conciencia ha sido el mismo bla, bla, bla de siempre. La misma cantinela. Diría aquí como esa chica ‘algún día leeré esto y sonreiré al ver lo que he conseguido’. Si, hombre, sí. Y han pasado años y mira, la misma teoría. Tanto análisis para mejorar no sirven para nada, sólo para verse cada vez más complicado porque las rectificaciones se van subordinando a las oraciones principales. Y luego hay que quitar capas y capas para ver el mensaje original. Son tres días los que se tarda en resucitar o en levantarse de la caída, para entenderlo mejor. Pero bueno, ya no asusta tanto verse metido en un bajón pre navideño. Le cogí el tranquillo para alcanzar la superficie. Se agarra por allí, una manita acá, un piececito allá y ale hop! Un saltito hacia afuera y a respirar como un hombre, inflando el pecho. Ahí está el tío hecho y derecho. Ajustarse la taleguilla como los bueno toreros y allá vamos otra vez. Lindo, relindo, estoy como nuevo. Soy yo, sonrío. Me siento. Escucho la lluvia púrpura del Príncipe y cierro los ojos mientras que toco la guitarra en el aire…

21/12/08

Ahora...tic, tac


¿Qué ha pasado con la Alameda?¿Qué ha pasado con el Habanilla? No se, hoy estuve por allí y todo ha cambiado. Incluso yo he cambiado, porque creo que me da igual haberla visto tan diferente, pasé momentos agradables y aburridos allí, nada más. Creía que podría recordarlo con cierta melancolía pero aquello ahora parece un rincón normal, aburridamente tranquilo y poco importa. Con sus mesitas, sus familias, los niños correteando, los perros sueltos, como un lugar muy burgués para estar al sol un día festivo. Nada de aquel ambiente bohemio, aunque también es normal con esa comisaría que han plantado en un rincón que antes era un cine de verano. El ojo electrónico ahora está vigilando y pacificando el área. Como hace tiempo que no voy por allí he perdido la evolución y, bueno, con desinterés me doy cuenta que el alcalde ha ganado. ¡Adiós Habanilla, adiós Piola, adiós horas muertas en la calle! No tengo melancolía, no he sentido el sabor amargo de paraíso perdido. Le doy a ‘rebobinar’ para ver el más allá, pero siempre el pasado y me doy cuenta de que no me apetece. Mirar al futuro…Nada, en blanco. ¿Y el presente? Encender un cigarrillo, fumar. Esto es pura dinamita, ahora lo sabemos, no hay manera ya de disfrutar de un pitillo sin sentir remordimientos. ¡Se está acabando, Bogart! Se acaban los velos seductores de humo, se acabó tu estampa de macho, hasta se agota la esperanza de que nos quede París. Pero un momento, vuelvo al presente, dije que iba a dejar la puta máquina del tiempo. ¿Qué pasa ahora? Nada, sólo la espera. Conectado estoy con el presente, tengo Internet. Los ecos de un día que cuenta poco, preludio de millones, miradas puestas en la lotería y en los millones de euros que no caerán aquí. Billetes cargados de esperanzas, de viajes a Acapulco, de portazos a los jefes, de banquero-me-mete-la-lengua-en el-culo, pero mañana nada valdrán. Sólo unos pocos abrirán las puertas de los sueños. En cualquier caso jamón, gambas y champán tendrán su turno. Y la copa demasiado al alcance de la mano como para no tirar de ella y ahogar todas las cosas que a uno le viene a la cabeza y no puedo decir porque la familia me rodea con mirada escrutante. Falta poco y será por poco tiempo. Pero, basta. Vuelvo a rebobinar y vuelvo al presente. Difícil de mantener la tecla en el ‘ahora’, parece como si el radiocasete estuviera jodido y fuese imposible centrarse y darle al ‘play’ para que suene la canción del presente. Cigarro encendido. Tic tac, tic tac. Afuera está oscuro, la luz dorada de la lámpara de la mesita de noche se refleja en la pantalla. Silencio, no suena ni el silencio. Hay otras personas sentadas frente al ordenador, lo presiento. Dejo el teclado y me concentro en el teléfono. Sólo me da luz y hora, no hay registros para hoy. Otra calada y miro las volutas de humo. Abro el Messenger, pongo ‘Ausente’ porque así es como estoy y aunque salta una ventana no tengo ganas de responder, zumbidos, peticiones de cámara, tengo ganas de estar tranquilo. Hoy estoy en el lado de querer soledad. Suena la sirena de una ambulancia, pasan cada cinco minutos, es la prueba de que existo en una ciudad grande. Voy al servicio, miraré por la ventana. Joder, estoy en la ciudad pero estoy en la puta punta del desierto. Vuelvo a sentarme frente al ordenador, el cursor del Word parpadea, tic tac, tic tac…

20/12/08

Disponible


Pensé que no había nadie más que estuviera solo en aquella plaza abarrotada, tomándose una cervecita para recoger los rayos del sol invernal. Miré alrededor para comprobarlo y así era. Pero claro esa era la trampa que siempre me ponía, desaparecía y aparecía como el Guadiana y después ‘uy, joder, qué solo estoy’. Y otra vez estaba allí, esperando a llamar a alguien por su nombre. De pronto quería estar rodeado de gente sin recordar que es la soledad lo que me merezco, porque cuando inicié el nuevo viaje hacia mi universo no pude llevarme a alguien ni dejar sondar luneras que mandaran señales de alarma. La última etapa social no dejó supervivientes, no dejé que jugaran conmigo, no permití que me utilizaran, no me expuse sin coraza, a pecho descubierto, no fuera a ser que llegaran caricias, tortas y puñetazos en el alma porque eso era rendirse. No hubo problemas con nadie pero tampoco acuerdos, pactos, ni alianzas. Sólo el momento bajo los focos del juego, palabras huecas de escaparate, algunas risas, muchos recuerdos, hablar por pasar el tiempo. Si nos gustamos entre tanta superficialidad todo se quedó en secretas intenciones, como máximo en reconocimientos explícitos. No hubo gestos de coger la mano para huir de lo público, porque eso era dejar de hablar y en silencio tirar de las sábanas y fabricar arrugas calientes. Hubiéramos mezclado nuestra materia densa de no ser por el miedo. Siempre hubo precaución, siempre ‘este es mi espacio’. Dejaba correr el aire y escuchaba discursos aunque estaba pendiente de guardar mis espaldas por si aparecían unas manos que me taparan los ojos para preguntarme quién era. Temía la jugarreta pero eran momentos de poner la voz grave y mostrar opiniones con firma. Preferí la exhibición de una supuesta madurez y la competición de los conocimientos. Ahora me doy cuenta de que tenía que haberme comportado como un niño para hacer, por ejemplo, pompas de jabón, armar batallas de tartas y restregarle la cara a alguien con merengue, saltar la rayuela sin pisar las líneas de la acera, subirme al capó de los coches y lanzarme como si fuera escollera en un puerto, volar la cometa, aprender a silbar enhebrando pedorretas sin sentido, lamerle la coronilla a alguien dejándome llevar por el olor a melocotón de un suavizante. Tenía que haber creído en milagros, en apariciones marianas, en videntes y gitanas que me vaticinaban que me iba a pasear orgulloso del brazo de la dicha. Puedo volver al teatro de la seducción entre borracheras y pasatiempos aunque ya no me atraiga. Cualquier cosa por alcanzar el destino sosegado de los bancos en una plazoleta y las pipas a la luz de la luna. Volvería al jaleo para buscar la soledad contigo después de tanto bullicio. Las canas no se notan, vuelvo a ser joven. Todavía puedo saltar y brincar como si fuera tonto, puedo olvidar lo que he aprendido, disimular las heridas ¡Miradme, estoy como nuevo¡ ¡No desconfío!¡Nunca me han hecho daño!¡Estoy limpio, puro, listo para que me inundes y utilices como quieras! Si alguna vez conocí el amor y el desengaño no me importa ya, todo lo tiraré por la borda para que me enseñes cómo quieres el amor…

18/12/08

Crónicas de Frisco (III)


Vuelvo a Frisco para recordar aquel episodio con aquella indescriptible arrendadora del primer apartamento en el que estuvimos, en pleno barrio de Castro. Qué bien estaba situada aquella primera vivienda, a dos pasos de bares y comercios de lo más originales, súper especializados en la temática gay. En una casa rodeada de colinas y de las viviendas de cuento. En un paraje urbano a donde llegaban los mapaches a comer de las basura (sí, yo los ví en la noche, espiándome temerosos con sus ojos relucientes mientras los espiaba) comenzó la odisea de vivir en la ciudad, abandonada ya la aureola de turista que llevaba a cuestas durante la estancia en el hostal hippie Green Tortoise. Una norteamericana pelirroja llamada Jackie nos acogió en su apartamento alquilado para dos personas. Nosotros eramos tres españolitos buscando cobijo en un lugar donde había miles de culos inquietos buscando cobijo. Pero no éramos inmigrantes, éramos estudiantes españoles con la oscura intención, secretamente guardada con celo, de quedarnos. Cuatro personas en un apartamento para dos era algo clamorosamente ilegal en aquella ciudad tan escasa de huecos baratos. Y el que iba de cola era yo, así que me tuve que conformar con el sofá cama del salón con la poca intimidad que conllevaba tal circunstancia. Bueno, era un lugar agradable donde dormir, con moqueta, calefacción y edredón. Nuestra benefactora americana no estaba bien de la cabeza definitivamente pero era una persona liberal y tenía la inquietud de ayudar a los extranjeros, cosa totalmente meritoria en una ciudadanía indiferente a lo ajeno. Estudiante de doctorado, defensora de las cualidades terapéuticas de la marihuana y practicante amateur de la medicina holística o biológica, que es aquella que busca remedios para reforzar la tendencia autocurativa de nuestra naturaleza, Jackie era sobretodo una fumadora empedernida de marihuana. Vamos, en la onda de la típica fiebre alternativa del movimiento hippie. Jackie siempre andaba abroncándonos con la mierda que comíamos los españoles, alimentos grasientos como patas fritas, hamburguesas o salchichas Frankfurt que nosotros cometíamos el pecado de echar a la sartén en un buen baño de aceite hirviendo. Pimiento, cebolla, hasta a los dulces boniatos los pasábamos por el fogón en una adoración loca al colesterol y los triglicéridos. Aunque éramos un caso perdido, difícil de roer en la cuestión de hacernos conversos, Jackie no perdió los nervios y pacientemente nos aleccionaba sobre los beneficios de usar productos naturales para todo, incluso para bañarse. Pero lo único que cautivó nuestra atención fue las estupendas mascarillas rejuvenecedoras de pepino que nos dejaba la piel como el culo de un bebé. Ahora lo que no se podía aguantar era que nos tomásemos a broma las sesiones de meditación que formaban un pilar importante de su filosofía. A la luz de las velas y en olor de inciensos fumábamos un porro de María y aquella hippie yanki inocente quería que entrásemos en trance para el vuelo de la conciencia por el espacio sideral con destino a la identidad propia. Lo intentamos tres veces pero después nos pegó una patada en el culo por descojonarnos en aquella nube flotante que se movía bajo nuestras espaldas haciéndonos cosquillas. No teníamos la culpa de tomárnoslo a coña porque los españoles no podemos estar callados cinco minutos en un estado de relajación, además de que se nos aflojan los intestinos y los gases pululan por salir. Pfffffffrfrfffffrf (pedo sonoro, carcajadas que desbordan el vaso de la paciencia y fin de la experiencia de iniciación holística en San Francisco). Dictamen de la impaciente profesora: ‘cerdos borrachos estos españoles. Contaré con ellos sólo para los porros y las cervezas…’

17/12/08

Lo que vale el sexo


Me siento reconocido a través del sexo, el hecho de hacerlo es como si me diera valor porque me hace sujeto de seducción (por no decir objeto). Vale, quizá suena raro si follan conmigo no seré mejor persona pero es algún tipo de reconocimiento, que en los estados de autoestimas variables es de agradecer cualquier excitado interés. Se reducen las distancias físicas al mínimo, piel con piel hay una falsa percepción de unidad con otra persona. Digo falsa porque se puede estar forrando epidermis, haciendo cócteles de sudor y saliva y existir una distancia insondable entre ambos cuerpos, porque ‘tu’ y ‘yo’ están en la cabeza ¿O es en la mente, en el alma? Arghh ¿dónde? En algo inmaterial parece, algo que no está compuesto por átomos, quizá hecho de fe pero que se puede pesar pues dicen que cuando nos morimos perdemos gramos. Pues bien, eso que pesa tan poco puede estar ausente o viajando hacia otra habitación distante mientras que entras dentro de alguien que está contigo o durante el tiempo que entran en tu cuerpo. Pero dejaré las ramas… el tronco, la cima es esa chispa, esa explosión que provoca el roce cuando se alcanzan grados de calor. No sabemos tampoco muy bien lo que es pero sabemos lo que provoca, temblores, vibración, gusto o gozo, ausencia de preocupaciones, una sensación lo más animal posible de unión, suspiros, ahogo, alivio, energía que fluye, que se transmite y transforma, que se gasta pero mereciendo la pena, aumentar el marcador en uno, amar… Ah, sí, también se puede amar follando. Tienes más oportunidades de amar si follas, de hecho, pero amar, como digo, es una cosa que está en la cabeza. El sexo tiene algo de animalidad, del ser salvaje que todos negamos que exista pero que está muy dentro, bajo capas de educación, convenciones, costumbres, prejuicios, morales y éticas. Muy por debajo está ese salvajismo del animal que mueve a la cópula. Lo disimulamos bien pero lo inunda todo, la política, la economía, la religión, todo capas brillantes que recubren algo que muchos consideran sucio pero que es tan natural como la vida misma. El sexo es pasión, es dolor, es placer, es odio, es violencia, es expresión, reconciliación, puede ser la salvación. Cosas muy tremendas todas para unos simples roces que superficialmente sólo provocan sudores, saliva, circulación de la sangre, aceleración del ritmo cardíaco. Qué tremendas fuerzas capaces de transformar voluntades… quizá por eso el sexo sea tabú para la mayoría, quizá por eso se le ponga precio y mercado, cuando somos nosotros mismos lo que podemos hacerlo libre.

15/12/08

Deomo


Echo de menos el poder que tenía cuando era un mocoso, porque era como un pequeño dios mucho antes de haber cruzado la frontera de inocencia que me rodeaba, por eso tengo la manía de recordarlos, con ellos vuelvo a sentirme valioso, vuelvo a sentir el yo, la identidad única, reluciente. Sólo con aquella mentalidad infantil podía aliviarme la sensación de debilidad que me atrapaba al mirar a los pies de la cama y comprobar que aquellos pies eran míos, unos piececitos blancos y delicados, nada parecido a las botas negras de aquel rudo guerrero que todo podía aplastarlo con un gesto del pensamiento. Antes cuando cerraba los ojos veía mariposas de colores bailando en la oscuridad, veía claramente cómo volaban cuando me frotaba para sentir el escozor de que estaba hecho de carne. Allí tenía que estar mi casco metalizado pero sólo había materia blanda. Me pellizcaba y ya no tenía armadura. Me sorprendía descubrir que era vulnerable, que había dolor y sensaciones cuando poco antes, mientras jugaba, había sido un poderoso señor de la oscuridad. Prefería aquellos momentos de fuerza y acción. Comprendía en la noche que era humano, respiraba profundamente para escuchar mi voz de metal, pero sólo estaban mis pensamientos. Miraba melancólico mi fortaleza imperial que, en realidad, era una manta levantada por cuatro palos pero era también nada menos que un espacio libre de presiones y de normas morales. Era mi forma de proteger mi personalidad porque creía que cualquier influencia podía convertirme en uno de ellos, aquellos seres que estaban afuera, podía sentirlos. Gritos y risas llegaban desde la plazoleta, desde mi cama podía oír a los gamberros del barrio insultar y perseguir a los perros con aquellas motos ruidosas, niños que eran críos convertidos en zombies por aquella mirada turbia o que eran ladrones-piratas con brazos llenos de dibujos y anillos de oro en los dedos. Manos gastadas que sostenían navajas, que tiraban de los bolsos de las abuelas. Todo eso para mí no era problema porque estaba escondido en mi reino del lado oscuro de la fuerza, aunque mirase en la mesilla de noche y descubriese que mi espada láser era en realidad un tubo de cartón.

14/12/08

Excelentísimos ladrones


Bueno, bueno, bueno. Cuando me enteré de que un estafador de guante blanco se había birlado miles de millones de euros de los inversores me dio un ataque de indignación, pero ahora estoy más tranquilo porque he leído que este dinero era de gente rica codiciosa. Eso de la banca privada y de lo de los fondos de inversión de alta gama es una inmoralidad, pues en cualquier caso ellos no pierden tanto, nadie se cree el papel de víctimas en su piel porque sólo pierden números en sus cuentas y hay quien está perdiendo trabajo, estabilidad y vida. Al sujeto éste, Madoff se llama, debían colgarlo de una farola en Wall Street pero está de patitas en la calle pues le pusieron una fianza de diez millones de dólares y, claro, eso es una mierda para él a pesar de que teóricamente está en la ruina. Resulta que nadie antes había reparado en tan descomunal estafa (vamos hombre, qué tontos sois) pues el tipo era un prestigioso administrador de los llamados ‘hedge funds’, los fondos de inversión de alto riesgo, ex director del mercado de valores tecnológico Nasdaq y rutilante miembro de la alta sociedad norteamericana, que ya se sabe que allí no hay aristócratas y la élite la forman los que se han dedicado a robar discretamente o a explotar los sueños de millones de ciudadanos. El tío se dedicaba a la gente de pasta, cogía el dinero de los nuevos inversores y tres partes para mí y otra parte para pagar los intereses de los antiguos clientes. Resultado: el mayor fiasco de la historia económica moderna y al carajo el ingenio de mercado, destrozada para siempre la confianza de los inversores a nivel global. Son guantes blancos manchados de mierda porque nos dejan un legado de mecanismo roto que no va a tener arreglo. A tan ejemplar ladrón lo han cazado cuando han querido mirar y posiblemente sea uno más en el mercado de los bienes volátiles, aire a millones de dólares, dinero que no existe, agujeros negros, patatas calientes podridas que se venden como de primer género. ¡Vende, vende, que perdemos dinero! ¡Blaaam! Regulación de empleo, ajuste de costes, mil trescientas personas a la calle ¡Compra, compra, que esos activos van a subir! Más beneficios para los tiburones y los consejos de administración. ¿Qué haríamos si nos quedásemos sin luz, sin ordenadores, sin dígitos? Todos a la más asquerosa pobreza de cartones y comida en la calle ¿No? Pues éstos son los tíos que tienen el interruptor ¿Qué haría la gente normal si descubriese que sus cuatro mil euros de mierda, esos que le han costado varios meses de dolores de cabeza y de lumbares, no existen? El dinero que el banco promete ahora que te devolverá mañana será papel mojado si ya lo ha repartido uno de estos cabrones, es un dinero que ya han pasado, que parece limpio en la cuenta electrónica pero que ya está lleno de mierda porque lo han prestado a otros miles de veces. Es tu dinero pero es el juego del que está sentado en un sillón de cuero, que está moviendo ficha con tus activos mientras se fuma un puro, se bebe un trago de Chivas y se rasca los cojones con la mano que le queda.

13/12/08

Día místico de cueva y fuego


Estos son días de cueva y fuego. Tendré que echar mano de las reservas mentales para sentir algo profundo porque como no he recogido impresiones del exterior ni se han formulado acercamientos ha sido un día de esos de mirar por la ventana, de disfrutar de las gotitas que forman ríos porque van arrastrándose según la ley de la gravedad. Y tras esos caprichosos hilos que dibujan unos barrotes carcelarios está todo mojado, todo plateado, no ha habido nadie que hoy me necesitara, nadie para planear la gran escapada anudando sábanas porque no hay nadie que resista estar bajo la lluvia esperando, excepto los vagabundos, los gatos y los perros callejeros. Bueno y también los ‘nopuedoestarundíasintí’ y los ‘tengoquecomprarlosreyes’. A buen cobijo me gusta ver llover, incluso sabiendo que me pone melancólico, que abro las compuertas del pasado para achicar el agua y esto quiere decir que me voy a dejar llevar por los recuerdos. Me viene a la memoria que no siempre he sido tan vulnerable a la lluvia, vuelven aquellos momentos heroicos en los que no me importaba calarme hasta los huesos porque me trasladaba en bicicleta y no había más remedio que apretar los dientes y pedalear con fuerza para llegar a buen refugio. Era un chaval delicado pero con tanta fantasía que no había microbio que pudiera invadirme con la ayuda del frío, no como ahora que huelo a invierno y me agarro el constipado… En fin, ha sido un día, pues, de pañuelo y trompetas que suenan como lamentos, de ojos enrojecidos secos sin lágrimas casi para aliviarse, pues las lágrimas estaban cayendo en el exterior y allí no había nadie bailando y riendo que me cogiera de la mano. Recurrí a un cóctel de paracetamoles y fantasía que me han dejado hipnotizado, con los nervios olvidados, ignorado por el mundo pero dulcemente aliviado entre sus algodones, pero como me debato en un particular calentón místico que tan sólo puede ser satisfecho en mi habitación tengo que recuperar la emoción del recuerdo de aquellos desahogos adolescentes. ¿Continuarán las caricias solitarias dominando mi vida en los días de lluvia? Eso parece, estando resfriado sólo podré cocinar imágenes virtuales que no harán más que calentar el horno, porque no habrá piel que me levante el ánimo o me erice los pelos, sólo un éxtasis solitario que hará que levite sobre un aura de santidad, nada que ver con la química de un clímax entre dos, porque todos mis gozos hoy serán místicos…

11/12/08

Love under the table


¡Qué frío! Entramos en un club, estamos acatarrados y ateridos, nos gustaría simplemente dejarnos llevar por sonidos guturales, por susurros, ssussurrrossss, cantar blues con un pianista de esos que fuman y fuman sin levantar las manos del teclado, pero que nos envuelva y acaricie con la melodía de las notas, entramos en calor con una música sensual en un club de los años cincuenta, que huele a madera vieja, que da rojo a la vista nublada porque sus paredes están cubiertas con cortinas de terciopelo, el swing suena y estamos bebiendo una pinta de cerveza y nos hemos quitado los zapatos para jugar con la lana de nuestros calcetines y calentarnos porque nos ha costado llegar hasta aquí por el frío cortante que hacía fuera, que era como navajas que rozaban nuestras mejillas, ahora el blues entra muy bien como los tragos y una vez que nos hemos calentado los pies en un precioso baile oculto bajo la mesa nos atrevemos con las manos y ponemos cara de póker como si estuviéramos hablando de economía. Y la misma emoción de sentirnos juntos crece sobre las olas efervescentes de espuma de la cerveza. Poco a poco nos vamos quitando los jerseys que nos cubren como capas de cebolla. Somos una isla entre tantas otras mesitas de enamorados, en este trópico en el que las nubes son ráfagas de humo de cigarrillos liados, en el que el viento suspende en el aire el ritmo pausado de la música que sale del piano y el sol es ese foco tibio que cubre de sombras la mitad de nuestras figuras y la otra mitad la pinta de dorado. El ruido de las olas son las conversaciones vecinas, ensordecedoras porque no entendemos que significan tantas palabras superpuestas. Te acercas a mí y sólo me importa tu susurro caliente en mi oreja y con sólo dos palabras me sacas de este mundo y caemos en un trance por el que pensamos que estamos solos en una habitación a oscuras. Dices ‘te quieeeero’ y me haces sentirme importante, dichoso. Respondemos al unísono a esa vibración de cigarra, a esa lengua de fuego que nos surge de dentro y que se enlaza entre nuestras lenguas húmedas, porque nos besamos con la mirada para no dar un escándalo. Con una mano nos tomamos al unísono un chupito de whisky y con la otra nos agarramos fuertemente bajo la mesa para no naufragar pero ya poco importa porque hemos perdido el miedo y, ante la mirada atónita de los clientes del club, salimos agarrados, ya calentitos, al frío exterior, caminando al son del blues, abandonamos el escenario de luces y cortinas rasgadas y hemos perdido la vergüenza porque el amor nos hace indestructibles…

10/12/08

Mi mono Amedio y Buk


En fin, bueno, bueno, bueno, estos dos últimos blogs han sido de críticas, estaba quejica, supongo que me pasa cuando me duele el aislamiento al que me veo forzado, ya que los inviernos me hacen recluirme como un oso cavernario. Pero hoy me gustaría cambiar de tono, ejem, jeje, sobre qué dirección ¿sobre las musarañas microscópicas de la esquina del techo que se empeñan en reconstruir sus casas pelusas? ¿Sobre el ojo cam que me acompaña sorprendido y que todo lo vería si quisiera enseñarme? ¿Sobre mi mono peluche que me sigue acompañando a pesar de que he pasado de los treinta años? Sí, lo tengo aquí sentado a mi lado sobre la impresora, mi compañero inseparable, es raro que no sea supersticioso y que haya pensado, desde que me lo regalaron, que tenía que meterlo en la maleta en todos mis viajes para que la suerte me acompañara. Aquí está el tío en primera fila después de tantos años. Conmigo seguirá en estas noches de mantita y reflexión, en fin. Tampoco de esto quiero seguir escribiendo ¿Qué tal sobre Bukowski? Bueno es quien me acompaña últimamente en la cama y me está gustando mucho, me está cautivando su ingenio de borracho vividor y mujeriego en este libro, titulado precisamente ‘Mujeres’, donde su personaje, Henry Chinaski , tiene una infructuosa y azarosa vida sentimental. No se, puff, es para leerlo no para hacer una crítica. Muy divertido y excitante, me sorprende la relación tan visceral que mantiene con las mujeres, que puede parecer que carece de respeto en una lectura superficial pero que destila amor, pasión y dolor. La sensibilidad no queda mitigada con tanta borrachera y con los escuetos diálogos, Chinaski habla poco pero dice mucho, es utilizado pero utiliza, aparece continuamente humillado pero es el rey de las conquistas, sea por su aura de escritor o por su entrega paranoica al sexo femenino. Excitantes son sus descripciones de cuando puede ‘empujar’ y de cuando sobrepasa los límites de la cordura por su adicción. Saluda a su compañera que aparece inesperadamente en su casa después de haberle sido infiel en sus narices y lo primero que le dice es ‘Tú, jodida puta’ y después ‘¿Quieres una cerveza?’ Acto seguido ya está en el sofá jugando con su coño y pueden terminar tirándose los trastos pero lo más seguro es que acaben haciendo el amor salvajemente en una dura borrachera. Al día siguiente se levanta y le puede arder el estómago pero toma una cerveza, vomita, toma otra cerveza, vomita y así ‘hasta que la cerveza se le queda dentro’. Durísimo pero impresionante el relato de su amarga e incesante búsqueda o, quizás, es que Chinaski no sabe estar solo y sigue cayendo en los mismos baches aunque no espere nada nuevo. Resignado a la manipulación de sus mujeres, sabiendo que la bebida le está matando pero tomándola como necesaria, tanto como la respiración. Sexo, alcohol y poemas como alimento de la vida. Resacas, peleas y fama como precio que hay que pagar por apurar hasta la última gota del presente. Y yo, como hago últimamente, sigo tan formal pero viviendo los límites con mis lecturas…

9/12/08

El gimnasio de los gorilas machotes


Lo del gimnasio no lo entiendo, es un gimnasio de barrio como los que siempre me ha gustado apuntarme porque son más acogedores. Pero en éste mi impresión es que no encajo, no es que me importe mucho pero si pienso que algo de charla no me vendría mal, algo de ver una persona día a día y mantener el hola y adiós fijo, preguntar que tal va la cosa, no sé, puede que hacer algún colega. Pero a excepción de un par de ellos que me saludan siempre con los demás parece como que no ha florecido nada importante. Las ‘estrellitas del lugar’ alguna vez me han saludado y han dejado de hacerlo. He pensado que lo mismo no soy constante y he dejado de saludar a la mayoría porque son tan machotes que era imposible esperar la química y que surgiera la chispa con alguien. He llegado a creer que me veían orgulloso o soberbio porque no participo de las típicas bromitas que tanto les gustan celebrar. También ha pasado por mi cabeza que como no alimento las relaciones, me quedo en los saludos, no inicio conversaciones, no se, buff, pues lo mismo no soy interesante para ellos y me marginan de ese rollo social de macho que hay allí. El caso es que me da coraje porque no hay nadie verdaderamente y abiertamente tolerante pero no dejo de pensar en ser aceptado, hablar por hablar, que me vendría bien abrirme, y todas esas cosas que ayudarían a que entrenara con más ganas. En esa atmósfera tener colegas me haría progresar en los ejercicios porque ya se sabe que juega un papel importante la competitividad, ‘ese tiene más brazos que yo o le voy a superar la espalda’ y tal. Pero es que hay una cosa que no funciona, aunque me gustaría estar en los fregaos, no sé, no me va el rollo que llevan los más sociables de tirar de la burla, las intenciones de ridiculizar con el tema del mariconeo. El hacer bromas continuamente como rebajando al gay a una condición inferior, por ejemplo, como si fuera una humillación el que te dieran por culo, ya me entendéis, y me imagino que los que tienen que ocultar son los que más se mofan de esos temas. Yo no veo problema en admitir que también oculto algún que otro deseo pasajero, claro, es más natural de lo que la gente acepta, pero en ese gym de machotes como para ir de sobrao y de transparente, pues imagino las burlas a la espalda, las verdaderamente maliciosas. Y muchos dirán que me tiene que importar una mierda lo que digan pero entenderme, no se, me lo repito constantemente y no funciona. Luego está ese monitor, cachitas sí pero tirando a gordito y feo como él solo pero con una autoestima que no se la merece. No curra, no asesora, siempre con las bromitas llamando mamona y maricona a la gente. Haciendo su tablita de ejercicios que, por cierto, últimamente ni eso porque se ha jodido el hombro (que dice mucho de a quién no debe uno preguntarle por la seguridad de los ejercicios) y sólo hace bicicleta, y otro cachitas, que sólo saluda a las pibas, le dice ‘tú que con eso de que estás lesionado estás mariconeando con la bicicleta’. Son de lo peor y me jode que no dejen de llamarme la atención. Simplemente quisiera ir a lo mío pero los miro como desafiante. Se que me debería cambiar de gimnasio pero es el que más cerca tengo y si me apunto a otro más lejano me va a costar más ir y voy a tener que pagar también bastante más. Recuerdo que en otros gimnasios si le daba a la lengua, había tema social y gente agradable, había bromas también pero como con más respeto, pero es que en este parece como que la coña va con mala intención. No hay gracia interesante y se acabó. Así que voy a lo mío y lo único que molesta es que haya cuatro o cinco cachas gritando como posesos, tirando las pesas y armando ruidos ensordecedores con el tema de quien es más maricona, como si fuera sinónimo de endeble o débil. Aún así trato de sonreír desafiante a los gorilas machotes como para mantener una puerta abierta pero lo único que me sale es desprecio porque se crean tan superiores, tan masculinos, cuando en realidad parecen mucho más hembras arrabaleras que nadie.

7/12/08

A mi querido vecino


La puerta de abajo chirría y es como la gota de la tortura china, ñiiiiiiiieeee, ñiiiieeeee, suena cada vez que entra y sale los vecinos ruidosos de esta casa, que nos los veo pero parece que llevan taconazos de hierro y que van arrastrando muebles. Este edificio es moderno pero es como si paredes y techos fuesen de papel. Entran y salen, entran y salen sin terminar de irse. Tengo un vecino que para salir de casa da cinco portazos ¿Cinco portazos? Sí ¿Dónde lleva la cabeza ese hombre que se le olvidan las cosas?¿O se le olvida la misma cabeza? Yo la verdad es que no lo entiendo, antes de salir de casa me aseguro bien de llevar todo lo que necesito. Cierto es que siempre dejo cartera, llaves, teléfono en el mismo sitio para que la recogida de enseres sea una cosa automática y no tenga que pensar, con sólo un vistazo sé que lo llevo todo. Y luego después salgo y cierro la puerta con cuidado, no se me ocurre pegar un portazo porque pienso que puede molestar pero la gente anda sin cuidado. El vecino de arriba es de los que, pobrecito, cuando para en casa los fines de semana se pone a hacer bricolaje. ¿Qué vida más aburrida! A pegar martillazos y hacer agujeros un domingo a las cinco de la tarde es de lo más mongol que se le puede echar uno a la cabeza. ¡Con lo que hay que ver por ahí, con lo agradable que es dar una paseo y respirar! Sí, éste es el sujeto que se pone a arrastrar muebles a las una y media de la noche mientras que yo estoy tirado en el sofá viendo una peliculita, tiradete que es lo propio para un día festivo. Miro hacia arriba con rabia, me doy cuenta de que si sigo así me convertiré en un ogro e intento comprenderlo pero no lo entiendo y no puedo conseguir la empatía sin saber nada de él, porque sólo me llegan sus ecos ruidosos. Pero bueno, también me llega su vida sentimental a través de esta construcción de papel del siglo XXI (antiguamente las casas garantizaban más la intimidad). Aunque sea una cosa que no me importa me entero de que el pobre chico es un soltero que intenta construir una vida sentimental y le salen castillos de naipes. Siempre pasa igual, llega una chica nueva, la invita a quedarse en su casa, se escuchan risas, alguna fiestecilla, ñiki ñake del somier y jadeos coitales… son los momentos dulces de una relación… que le dura un par de meses. Después aparecen las discusiones, los correteos de una habitación a otra, los portazos, el portazo final y el silencio del soltero, lenta agonía silenciosa de un par de meses que es un descanso para mí, siento confesarlo, hasta que vuelve la algarabía del tonto y a empezar el ciclo con otra chica nueva. Pobre diablo, te dedico este post por tu ignorancia de inocente y por que eres un elefante en una cacharrería. No te conozco, no te entiendo pero te sufriré hasta que no decidas darte cuenta de que es inútil que lo sigas intentando. Se que andas armando convivencias para llenar tus huecos como armas los muebles baratos del Ikea cuando no sabes qué hacer con tu tiempo. Sé que ignoras mi existencia pero te tengo presente cada vez que riegas las jardineras y manchas mis cristales, cada vez que pones la lavadora a la una de la madrugada pienso en ti. Con una emoción parecida al amor, pero desde el otro lado. Te tengo tan presente que no dejas que me olvide de ti un solo día, te siento cuando entras en casa y cuando sales también te siento ¡Blaaam! Joder ¿Por qué no nos vamos a vivir juntos y ahorramos facturas y dejas de dar por culo sobre mi cabeza?

5/12/08

El alivio del solitario


He vuelto al gimnasio después de superar dos pequeñas lesiones con la ayuda de la fisioterapeuta, en fin, qué masaje, lo necesitaba. Esta vez me ha metido los dedos en los músculos pero bien y aunque me dolía he aguantado como un machote, respirando profundamente y cerrando los ojos con fuerza, era como un dolor regenerador de todas las preocupaciones que se me han ido acumulando en las fibras, retorciéndolas y anudándolas, fraguándose en cemento armado lo que antes era carne tierna. Esta vez he sido exigente con ella pues me ha vuelto a subir la tarifa, estaba mosqueado y le decía que sí me dolía allí y que me dolía allá también, pero la chica se lo ha currado. Luego después me arrepentí y me apiadé de ella al pensar que tiene que terminar con las manos molidas de tanto amasar y cedí asegurando que me calmaba más de lo que pensaba. Y sus dedos hacían pin pam pim pam, venga amasar y apretar en las contracturas del cuello y los hombros para intentar disolverlas. La verdad que muy pocas veces he bajado la guardia en una sesión de fisio y quizá la elegí porque no me atraía en absoluto, pero esta vez me sorprendió sentir un estremecimiento de placer cuando observé que subía una pierna para apoyarse en la camilla y hacer más fuerza sobre mi trapecio entumecido. Ni que decir tiene que me imaginé las líneas de su figura desde otro ángulo, pues estaba boca abajo con los ojos cerrados, pero la imaginación calenturienta me reveló que podría tener un culo perfecto y unas piernas torneadas, aunque en la realidad no podría asegurarlo por esa bata tan larga que lleva. Pero bueno, ese gesto de esfuerzo sobre mí me excitó y aunque me estaba haciendo daño clavándome sus dedos hay dolores que, como digo, son placenteros, porque además sabes que tienen el objeto de la regeneración, la sanación del músculo rígido. El contacto, la fricción, el masaje, todo es tan profesional pero cuando hay necesidad de alivio es más fácil confundirse. Uno se cuida mucho de que no se le escape un gemido pero la fantasía es como un arroyo que desborda una presa. En un desierto cuando hay sed se pueden llegar a ver oasis donde no hay y aunque mi cabeza está acostumbrada a no esperar el tacto de unas manos extrañas mi cuerpo habla de forma involuntaria. Se me contrae el cuello, se me pone como una piedra y tengo que ir a que me relajen las tensiones unas manos expertas, pagando a una fisioterapeuta, claro, porque los otros masajes profesionales no me van. Salgo mareado y dolorido a la calle preguntándome porqué se me estropean los músculos con el esfuerzo, me enfurruño porque quiero conseguir el cuerpo de un titán aunque me duela hasta el alma, superar ese dolor y generar fuerza. Los guerreros, centuriones, gladiadores, mercenarios y esclavos no se quejaban porque les dolía el cuello, porque les salían contracturas en tal o cual músculo, no, seguían trabajando duro, creando capas de músculos sobre capas, musculándose sin pensar porque había que moverse como ganado de carga ¿Se quejaban ellos de eso? No, se quejaban de la falta de libertad y eso les dolía más que las agujetas. El masaje mismo es un lujo que mucha gente no se puede permitir pero es un alivio para evaporarse las quejas, la oportunidad perfecta para que le pongan las manos encima a un solitario que no llega a su propia espalda para calmarse los pinchazos, aunque quizá las caricias sean más potentes a la hora de sanar, tendré que pensar en eso…

4/12/08

Asquerosos y pacíficos frikies


Terminé otro libro y se acabó la diversión de ‘Miedo y asco en Las Vegas’ de Hunther S. Thomson. Un libro fílmico o un film literario más bien pues esta pequeña obra fue escrita y pensada para el cine orquestada por la mano del director Terry Gilliam. Al margen de la apología de la droga que hace, que no es cosa sana para alabar, tendría que pensar muy bien qué me ha revelado además del rato ameno que me ha hecho pasar con las locuras de Duke y su abogado. ‘Como abogado tuyo te aconsejo que saques las mescalina del maletero del coche’, es la clase de asesoramiento legal apropiado para un freak de las drogas en el reino profesionalizado del placer y el juego, del hampa y del viaje a ninguna parte, que deriva en la búsqueda del ansiado Sueño Americano. Éste viaje se inicia cuando al personaje principal, que es periodista, le encargan un reportaje para una revista deportiva pero este trabajo, que es una obligación, una responsabilidad para su inquieta mente existencialista, pasa pronto a un segundo plano, pues lo importante es la búsqueda del sentido de la vida que surge en la arrebatada acción y depresión que le provocan las diferentes sustancias químicas que lleva como equipaje. Y lo mismo pasará con esta referencia porque no me está gustando que me ponga tan serio y tan formalmente profesional cuando ya hay gente que le pagan para eso. Este libro está hecho para disfrutarlo y echar alguna carcajada con las locuras de un par de maníacos al borde de la destrucción propia, dos pobres locos que navegan en la asquerosa normalidad de los que cumplen con el comportamiento adecuado del sistema. ¡Amigos, Norteamérica es una descarada máquina de gastar dinero, de consumirlo todo y las manos de los educados y corteses trabajadores son simplemente un medio! Poco importa que tras estas fachadas de pulcritud haya psicópatas envilecidos, mentes vegetativas que sufren en la tranquilidad mientras que la maquinaria funcione y el mercado continúe, show must go on. La misma enfermedad del vicio por el juego es un negocio y muchas tripas se tiene que doblegar para atender con una sonrisa al mismísimo demonio, a engendros drogados que apestan, todo debe ir bien, mientras que suelten billetes la cosa funciona. Y hay que mantener la tranquilidad y aguantar insultos y que te den por el culo diariamente, y luego claro nos extraña ver que de vez en cuando uno de esos angelitos reprimidos cojan una metralleta en el país de los vaqueros y la descarguen frustrados en la cola de un Mcdonall. O que, de pronto, cualquier empleado se cargue a su jefe, a sus odiados compañeros de trabajo que lo pisotean porque quieren llegar sobre su cabeza a la meta. Entre esas piezas del ‘engranaje perfecto’, que puede como todo estropearse y que se le fundan los fusibles, están los outsiders, esos personajes que caminan al margen de las convenciones, de las carreras, del progreso, del juego social e incluso de la legalidad. Están los frikies de las consolas de videojuegos para los que es mucho menos frustrante poder cargarse a sus enemigos en la realidad virtual alternativa en que viven, están los frikies de las armas que viven en la época pre secesionista, cuando EEUU estaba dividido en dos y se consideraban inferiores a los negros, a las mujeres y a los animales, y están los frikies de las drogas que buscan la luz, el nirvana, la explotación de la conciencia a través de sustancias transformadoras de ese ser social pacífico. La violencia del salvajismo primitivo del Hombre busca sus cauces para transpirar por los poros, para salir a la superficie, porque el Hombre sabe en su conciencia más profunda que no es una pieza del mecanismo, que sólo es un animal que sufre por su propia naturaleza, sin que tenga que caer en una trampa cazadora, sabe lo que es sufrir sin tener que recibir un disparo o una puñalada. Los hay que sólo buscan su autodestrucción en un grito desesperado de que se los tenga en cuenta, son tan aterradoramente pacíficos que dan miedo y asco en Las Vegas.

2/12/08

Crónicas de Frisco (II)


Vuelvo a Frisco y, tras coger la máquina del tiempo y trasladarme unos años atrás y más de mil kilómetros, me veo paseando por Columbus street. Estoy un poco sorprendido porque a pesar del miedo que llevo encima a lo desconocido he decidido ponerme el mundo por montera y salir a la calle a investigar. En ningún momento me he planteado quedarme en el hostal hippie Green Tortoise, encerrado en la habitación por miedo, pero desde luego no iré muy lejos, sólo dar unas vueltas a la manzana, tomarme unas cervezas y no alejarme mucho porque sería como una aventura demasiado fuerte adentrarme en la jungla de asfalto, que en esos momentos para mí estaba llena de peligros como negrazos armados hasta los dientes y asesinos en serie, fruto de tantos años tragando películas de acción. Pues bien sí, mi amigo me había prometido que me iba a alojar en casa de la abuela de su pareja en Reedwood City cuando llegara a Frisco, pero dado que habían gastado demasiado en teléfono la pobre señora dijo que allí no entraba ‘a fucking spanish more’.
Hace frío en San Francisco, el asfalto de las calles está plateado y moteado por los reflejos de colores de los neones gracias a una lluvia que no he visto. Las luces son de los sex shops que pueblan las calles adyacentes, la lujuria prometida me llama con sus interiores inquietantes, pero no me decido a entrar porque me parece demasiado, sólo llevo dos días libre y el miedo me hace pensar en robos y violaciones. Me sorprende que todos los homeless (vagabundos sin techo) que me encuentro me sonríen cortésmente pero no consiguen ahuyentar mi miedo sino alarmarme y termino pensando que la calle podría ser muy dura si seguía caminando y alejándome del hostal. Decido ir al bar que estaba al lado y tomarme un par de pintas de la cerveza más espesa que había probado en mi vida. Y como me animo tiemblo de emoción por todo lo que tenía por delante para vivir cuando le echara cojones ¡Sí, joder, aquí está el sueño americano, prepárate! Pero es la una de la madrugada y todos los lobos urbanos deben andar sueltos en busca de sus presas. Vuelvo al hostal y me dirijo al salón comunitario. Todo muy hippie, cena gratis y cervezas en la máquina, mmm. Hay tanta gente joven reunida de todas partes, europeos, mejicanos, asiáticos… Algunos tocan la guitarra, borrachos y fumados. Sí, fumados, porque hay una gran nube densa que cubre la atmósfera y un olor a… hierba que coloca sin tener que dar caladas. El miedo y la timidez me cohíben y solo observo manteniendo las distancias pero como estoy agotado y algo beodo decido sentarme en un sillón desfondado con otros huéspedes. Entonces un joven chino comienza a hablarme, un chino hablando mal inglés a un joven andaluz hablando mal inglés, y no lo puedo entender bien pero nos comunicamos. Charlamos y gesticulamos, fumamos y todo se va aclarando hasta que surge la conexión por la influencia de la cerveza y de doña María. En la nebulosa consigo entender que en China lo habían encerrado por homosexual en una celda diminuta durante días y que se habría vuelto loco si no hubiera sido por la meditación y por aquella extraña coreografía que me interpretó al momento (luego supe que a aquello lo llamaban Tai Chi). Afortunadamente solo fue un arresto por escándalo público y tras salir a la calle comenzó a planear la gran huida del país. Y todo había terminado allí. Me sentí feliz por él pero pensé que de alguna manera yo también estaba huyendo de algo. Era muy tarde ya y el joven chino comenzaba a arrimarse demasiado con ronroneos felinos, me excusé alegando que estaba borracho, fumado y cansado, cosa que era verdad y me fui a la habitación comunitaria que olía a queso amargo y sonaba como un ogro. Tardé en dormir pues en mi cabeza cansada retumbaban los ecos de la danza del chino en la celda.

30/11/08

Belleza y fuerza sin miembro


En medio del paseo matutino me encuentro al Pensador de Rodin y descubro estupefacto la inmensidad de la escultura y la deformidad de su canon artístico. Las manos del pensador son grandes, sus pies colosales, los músculos de una fortaleza rotunda y su miembro…minúsculo. ¿Por qué a estos titanes se les esculpen siempre un pene tan pequeño? Es curioso apreciar la definición milimétrica de cada músculo en las esculturas clásicas, cuerpos fibrados de piedra, mármol, bronce o acero que describen una anatomía milagrosa de cada porción, trapecio, hombros, pectorales dorsales…órganos funcionales pero que transmiten belleza, los ojos de un admirador que adoran esas líneas, los dibujos que forman en torno al ombligo, que dividen en segmentos excitantes, la imaginación les coloca perlas de sudor y brillo, les coloca la virilidad de un guerrero, un vozarrón, la capacidad de orden y mando. Podría ser un general, acostumbrado a desmembrar a enemigos en batallas de fango sangriento, un general acostumbrado a sacar la bestia que lleva dentro para invadir y destrozar a pueblos, pero es un hombre, un hombre perfecto con la orden de combatir, de defender a su pueblo y ganar tierras y beneficios para el imperio. Está acostumbrado a ponerle cojones en la batalla pero después le retratan con un miembro atrofiado. La misma rotundidad de la piedra, la apariencia de fuerza de sus músculos guerreros hubiera exigido un pene erecto, símbolo de la espada, de la lanza, del poder. Con esa arma ¿Cómo llegará a nuestras profundidades? No obstante el Hombre nos ha llegado poderoso a lo largo de los tiempos a través de estas esculturas y a la vez nos ha mostrado su debilidad en la desnudez. El general después de ser un salvaje, de abrir heridas y ríos de sangre y desgracia, camina enhiesto a su tienda de campaña, es ayudado por dos servidores para desvestirse, se introduce en una cuba de agua caliente, uno de los esclavos ha perdido la piel para calentarla, el agua ha sido rociada con perfúmenes y sales y por fin llega el descanso del guerrero, las articulaciones se disuelven, los músculos se disuelven, el temperamento se disuelve. Una vez relajado el general sale de la cuba, brillando sus músculos que ahora aparecen renovados, laxos, sus dos sirvientes lo secan hasta enjugar la más milimétrica gota en los más recónditos pliegues, incluso tienen que separar sus rocosas nalgas para enjugar su puerta celestial. El general agradecido acaricia la cara de un esclavo, su más fervoroso seguidor que daría la vida por proteger la gigantesca espalda del gobernante. Con el calor y el placer del baño tan tremendo hombre saca de dentro su lado femenino y con un ademán le ordena al escultor que siga retratando su belleza porque le queda poco tiempo y llega las horas del amor, el escultor tiene que obviar su miembro erguido pues eso avergüenza a los hombres de su época y no podrá contar que tras el fragor de la batalla, sin mujeres alrededor, el gran hombre también disfrutará de ese amor…

28/11/08

Crónicas de Frisco (I)


Bajaba por la cuesta de Dolores Street cantando una cancioncilla por el tema de airear las preocupaciones, tenía que ir a llamar a la familia desde una de aquellas cabinas telefónicas que tenía seleccionadas como puntos de conexión hacia el centro de mis emociones, no era fácil dar un reporte de que todo no iba tan encaminado a la senda del sueño americano de un chico sureño, pero sureño de España, que en yanquilandia era como primo lejano de un mejicano (Ay mejicanos, la mano de obra de San Francisco, tan extraños en la gran ciudad cuando es tan vuestra) Había que llevar quarters suficientes para la máquina tragamonedas, que engullía como una condenada porque comunicarse a tantos kilómetros de distancia era echar por la ranura y pensar en cuántos minutos te quedaba de cariño familiar, mientras te temblaba la voz y templabas los ánimos, y hacías versiones de la rutina más favorables para los oídos oficiales que esperaba buenas noticias. En la otra mano un cigarrillo que se consumía a velocidad de la luz y había que encender otro mientras con la oreja mantenía presionando el auricular y los ojos alerta bizqueando, pues uno tenía que estar puesto en la acción de darle de comer al teléfono y el otro analizando el terreno para que no viniese un brother con ganas de beber a tu costa. Ah sí, esas botellas que se esconden en bolsas de papel pues no se puede beber en la calle y los vagabundos son tan educados que si no se ve la botella mejor. Y del corazón salía el verdadero hilo telefónico, el cable del amor que comunicaba directamente con España, sobrevolando esos grandes aviones que en el cielo de Estados Unidos son como un enjambre. El hilo de la imaginación también corría paralelo a los impulsos eléctricos porque había que ser coherente para que no me pillaran quejándome, al fin al cabo había elegido todo aquello, sentirse como huéfano de cariño, malcomer y beber para olvidar, pasear con la sensación de que andas por una ciudad IMPRESIONANTE pero que andas desde este lado del escaparate porque realmente no te dejan entrar hasta el tuétano, hasta tal punto somos extraños los extranjeros introvertidos por lo descomunal de aquella sociedad. Me podía haber casado con una mejicana también, sí, para ser persona de pleno derecho pero sólo de pensarlo el juez agotador que hay en mí sentenciaba que era demasiado teatro para aquel pastel. Podía estar comiendo bocadillos de mortadela yanki con mostaza pero vivía en un barrio estupendo, todos los días tenía mi café y todas las noches mis cervezas en Castro. Claro había que dejarse ver y después vendría el amor, Los Ángeles, Las Vegas, Nueva York…

27/11/08

¿Puede corromper un libro?


Bueno, pues otro libro más. Hoy he decidido dejar de leer a Henry Miller por ahora porque no está el horno para bollos. Me gusta como escribe y lo que cuenta pero podría ser una influencia nociva para un estado de ánimo invernal. ‘Trópico de capricornio’ retrata la vida salvaje de su personaje, que podría ser su alter ego pues se llamaba exactamente como él (o podría ser él mismo porque el libro se desarrolla en una atmósfera que suena a mezcla de ficción y realidad). Su ´hijo literario’ es elegido como encargado de seleccionar personal en una empresa de repartidores de Telegramas y desarrolla su filosofía del trabajo como una persona sin escrúpulos, que le importa una mierda el prójimo y lo utiliza a su antojo, devorando personas y luego tirándolas. Sí, es un poco lo que somos en realidad pero no quiero saber hasta qué punto, me gusta conocer de la rabia del individuo frente a la sociedad, como siempre si está bien expresada, pero la inercia a la destrucción de cualquier puente de reconciliación con el prójimo me desalienta, en un momento de mi vida en que quiero volver a romper el aislamiento, disolver los rencores, porque quedan muchas cosas brillantes que disfrutar de la vida colectiva, muchas mariposas en el estómago que volar para hacerme cosquillitas. Quiero que se me humedezcan los ojos de emoción y que me salgan besos. Sí los besos, todavía quedan los besos que tengo que dar. Estoy cansado de buscar pero todavía no, todavía no quiero volver a la cueva y renunciar al mundo pues quedan muchas cosas y queda el amor que todavía no me ha decepcionado, quizás porque no caí profundamente enfermo. El personaje de Miller odia al prójimo y sobrevive por inercia pisando cabezas, al menos eso pienso por lo que he leído, si alguien entiende más de esto que me lo diga. Y me pregunto si leer ciertas cosas puede ser una influencia perniciosa, si los libros pueden corromper las almas, si puede ser peligroso desnudarse por escribir y rebuscar muy adentro porque, como todo el mundo, quiero llegar a disfrutar de esos momentos tan breves de gozo que es la felicidad, que si existe no es un estado pleno ni duradero, son momentos tan superficiales que casi no te das cuenta que los vives o no lo haces en el momento más que recordando ¿Podría un libro corromperme? Me sorprendió que cuando buscaba un libro más ameno, más divertido para aplazar a Henry Miller y sobrellevar estos primeros días de verdadero frío, me alentaba sin cesar: ‘Quiero un libro que me corrompa, quiero un libro que me corrompa’, porque quizás quería vivir otra historia límite llena de sexo, juergas y exploraciones profundas de lo humano. El llevar una vida formal, desde luego, me está alentando a querer disfrutar de historias de ficción que sobrepasen los límites, pero esta vez no daba con nada, todo me parecía muy convencional. Al final elegí un libro que ya os contaré pero no confío mucho en que me sorprenda. Mucho menos que me corrompa porque mira que he leído cosas locas y no consigo volver a corromperme. Recuerdo a Don Quijote, que se volvió loco por leer tantas novelas de caballería y tengo miedo de volver a ser un golfo si sigo en la misma inercia, ya se lo digo a mi madre que es una devoradora contumaz de novelas rosas, advirtiéndole de que se puede convertir en una ‘Romanquijota’. Y es que creo que los libros algo influyen pues con ´Trópico de Capricornio’ ya me estaba sudando la polla todo el mundo, por eso he decidido dejarlo para más adelante, cuando me sienta más viejo y más cansado y no tenga ya la sensación de que me queden por vivir cosas buenas de este mundo.

25/11/08

No hay película


Que sigan pasando los días con la sensación de que nada cambia porque los cambios, buff, alteran los ánimos. Así se pone uno, en esa tesitura para conformarse, acostumbrado ya a que no pase nada sorprendente, porque eso son cosas que pasan en las películas, por regla general por la injerencia de un personaje extraño que, con su poca observancia de las reglas y convenciones sociales, te cambia la vida porque te saca de un círculo, de una etiqueta en la que te has colocado solito porque piensas que no hay lugar para ser como un camaleón y poder cambiar de máscaras y disfraces. Todo son percepciones subjetivas, te das cuenta cuando lees a nihilistas como Henry Miller, que menuda rabia contra el mundo depura en su novela ´Trópico de Capricornio', donde perfila un personaje lleno de odio y falto de escrúpulos que prospera sientiendo asco hacia el prójimo. Miller era otro sabio que no creía en nada porque conocía cómo era la vida y como era el Hombre (el Hombre es un lobo para el Hombre) La vida no es una película, todo los adultos lo saben, a pesar de que a algunos la vigilia de la fantasía peliculera nos ha durado mucho y nos creímos ciegamente que el amor de Richard Gere a Julia Roberts en ‘Pretty Woman’ era viable en la vida real. Por muy puta de calle que fuera tenía algo que hechizó al príncipe y por eso se salvó de la miseria de tener que vender sexo sin quererlo, con extraños, en permanente exposición a las drogas, a las enfermedades, a los robos, a las extorsiones de la policía. De pronto de buenas a primera viene un hombre que te rescata y, por amor, te coloca en una vida justa y cómoda. Y luego piensas que si Julia estaba preparada para el amor ¿por qué no se fue con un cliente pobre? O luego pasa que te llevas buscando príncipes una buena parte de tu vida y lo único que consigues es que te babeen y te abandonen después del desayuno aunque la noche de autos te hubiese prometido escaparse contigo a Méjico para casarse en secreto. Ya nos han sobado tanto el cuento de la Cenicienta que hace falta que se inventen otros cuentos para seguir mirando de reojillo al prójimo con esperanza, porque siempre puede haber una vida mejor si te conformas y te dedicas a soñar con Jennifer Loes, Angelinas Jolies o con Brad Pitts y los George Cloneys de turno. Son esa clase de estrellas que después se quejan del acoso de los fans pero que cumplen muy bien el papel en la pantalla de hacernos creer que son sólo para nosotros, que les brillarían los ojos y nos susurrarían en una habitación en penumbras. Están para ser los actores de nuestros sueños y los sueños forman parte de la realidad. Luego ocurre que hay psicópatas que se deslizan por esa puerta y reclaman la propiedad de los ídolos comunitarios. Hacen falta nuevos cuentos, hacen falta nuevas películas para que los ciudadanos de a pie sigamos eslomándonos por el capital pero soñando, soñando con nuestro alter ego que un día nos rescatará y llevará al Cielo en la tierra. Ahora están de moda las películas de superhéroes y quieren que nos emocionemos con las enésimas partes de los Batmans, Spidermans, Elektras y Supermanes pero, joder, contad nuevas historias ¿No veis que no hay mejores héroes que el hombre cotidiano y su lucha contra el sueño fustrado?

24/11/08

De Shopping


Hoy he sentido que tengo que actualizar mi vestuario, comprarme algunas cosillas que me hacen falta vamos. Ya llevo rondando con el tema de que necesito unos pantalones pero últimamente estoy poco consumista, poco materialista, poco salgo tampoco como para lucir prendas y prefiero gastarme el dinero en comprarme un libro, por ejemplo, y no es por dármela de intelectual. Me ha dado por ahí y me viene bien. Pero esta mañana tenía tiempo y decidí entrar en una tienda a probarme pantalones. Un poco oxidado me he visto ya en esto del Shopping aunque antes me gustaba, además no había suficiente personal y eso que era una tienda bastante grande. Sólo dos chicas apuradas y el encargado, que como todos sabemos no suelen trabajar sino estar “al tanto de las cosas importantes”. Pues como no había nadie para atender he tenido que coger las prendas averiguando la talla a ojo. El primero me estaba súper pequeño, dura prueba probármelo porque tuve que ver que mis piernas no han engordado todo lo que se le ha echado de pesos encima en el gym, en fin, qué coraje, habrá que seguir currando duro para conseguir volumen. El primero entonces ridículo y ya empezaba a sudar porque los probadores son una sauna, el sitio más incómodo del mundo para probarse nada, tan pequeño y con esos focazos juzgándote mal. Voy por el segundo, joder, demasiado grande. Me miro en el espejo de perfil y no me reconozco porque claro como siempre me miro de frente. Hago todo eso que todo el mundo hace en los probadores a cierta edad, mirarse si hay granos en la cara y las canas que hay en el pelo. Sudo con profusión y ya me siento sucio, cada vez estoy más convencido de que me tengo que comprar ropa nueva para sentirme limpio como insinúan en tanta publicidad. Buff, nueva ropa para sentirse nuevo, refrescante, seductor. Me doy cuenta que aunque evito los anuncios en televisión los pequeños fragmentos que se cuelan calan hondo. Es que son muchos años de comida basura publicitaria para ver las películas que ‘estrenan’ cada tres meses en las cadenas. Salgo a por el tercer pantalón y me doy cuenta que la rebaja prometida es una argucia para vender tallas pequeñas y grandes de una prenda en stock. Joder, cagoenlaputa. Cojo otro modelo, más caro por supuesto y ya siento cómo el gancho del anzuelo comercial se debate por arrastrarme, me lo pongo y no me cierra el botón con lo que parece que estoy gordo cuando soy más bien delgado. Es como si a ojo quisiera verme más chiquitito de lo que soy y es que, claro, el espejo me revela más delgado de lo que pensaba y empiezo a desconfiar de la veracidad del reflejo. Me digo. ‘esto lo tienen trucao para que las chicas piensen que le sientan bien las prendas y no se vean gordas y compren, compren’. En fin, ya sudo con acopio y cuando salgo veo por fin a una dependienta malhumorada devolviendo prendas abandonadas a sus perchas. Le digo ‘es que no doy con la talla, hija’, murmullos como respuesta ¿o era un rugido? Como veo que no hace esfuerzo alguno por ayudarme, me compadezco de ella, cojo los cuatro pantalones que me había probado y le pregunto si los devuelvo a su sitio, comprendo que debo hacerlo por su cara y le digo ‘le he colocao las perchas y todo, eh’ y, por fin, cielo santo, consigo que articule una sonrisa, pero ya es demasiado tarde, se me han quitado las ganas de comprarme nada. Me voy cabizbajo pensando en que otra vez será pero no la juzgo, los que tienen la culpa son los cabrones de explotadores que las hacen trabajar de esa forma en una tienda de 1000 metros cuadrados.

23/11/08

Querido Jack


Aquí ando con la tontuna encima pero puede que sirvan estos ejercicios mentales que hago para generar palabras o propuestas de sentimientos, cuando la noche cae sin duda que me siento como más abatido y eso que no estoy totalmente solo que si no. Estoy acompañado, en la otra habitación hay latidos importantes y yo aquí con esta pesadumbre y practicando la prosa espontánea que tan bien le fue a mi amigo Jack. Bueno, para quien lea esto tengo que decir que amigo-amigo no es, es mi maestro Jack Duluoz Kerouac y lo que tengo con él no es una locura de fabricarme un amigo invisible sino un admiración plena por un escritor que me ha provocado sentimientos, que me ha reconciliado con la literatura como hizo Cortázar y su ´Rayuela’ en su momento. Joder, sí, había terminado tu ´Big Sur’ y me sentía desamparado y pensaba en qué podía leer ahora. Quizá sea el momento de volver a saltar la Rayuela. Me ha dejado conmocionado tu lamento en el lejano Gran Sur, querido Jack, cuando creías que te estabas volviendo loco por los estragos de tantos años siendo un borracho (cada vez que te defines con ese calificativo haces que suene de una forma tierna). Me conmoví por el infierno que tuviste que pasar y por la culpabilidad que sentías al hacérselo pasar mal a quien te acompañaba en la cabaña de Monsantos, Lawrence Ferlinghetty, poeta y propietario de la librería City Lights de San Francisco, de la que hablaré otro día pues la conozco. Estaba con lo de tu enfermedad, padeciste sudores, temblores, delirio, manía persecutoria, rabia, ira, todo mezclado con momentos de lucidez, que eran los peores porque entonces sentías lo que te estaba pasando, veías lo que estabas haciendo. Esa sensación de angustia la retrataste muy bien, tanto que tuve que hacer respiraciones profundas al leerlo y una cancioncilla pegadiza no dejaba de tamborilear en mi cabeza, como diciendo ‘no quiero que te enteres bien de esto porque es tanto sufrimiento y tu dijiste que ibas a seguir un camino de luz y saneamiento’. Pero bueno, no hay nada mejor que leer y sentir y compadecer, que es como sufrir contigo. Me entristece saber que estabas pensando ya tanto en la muerte, a veces deseándola, otras veces temiéndola horrorizado. Me entristece saber que dejaste este mundo a los 47 años, tantos años ha de este momento en que escribo, tu presente de entonces debería ser el mismo presente de ahora… te seguiré escribiendo, no obstante, mi querido Jack.

22/11/08

ADSL


Me pregunto cómo es más fácil que salgan cosas dignas de ser escritas ¿narrando en primera persona o en tercera persona? Vaya, me falta la segunda pero para eso tendría que contarte y no te pongo cara, ni encuentro tu oído. Podría lanzar mensajes al aire, que ya lo recogerás, puede que hayan pasado algunos meses y ahora estés leyendo esto que escribo, ya de una forma importante en mi vida, halagándome con tu visita y dándole a los ojitos de izquierda a derecha. Y ahora sonríes ¡Ay, sí, qué dulce sonrisa! Creo que te sientes afortunado/a de que te enseñe estas locuras secretas que escribo porque te dije que para mí eran importantes, entiéndeme bien, no digo afortunado/a porque crea que valgan mucho ni que valga mucho yo para ti, sino porque es un gesto del valor que le confiero a tu opinión, eres tu quien eres importante y por mucho pudor que tenga quiero ser valiente y desnudarme el alma, que es más difícil que quitarme los calzoncillos. Este gesto delante del espejo me gratifica más, fíjate, porque veo mi reflejo y me gusto pero cuando leo los striptease que hago con las palabras… me da miedo. Seré más exigente pues no me gusto tanto. Puede que sea inseguridad (¿estás loco? No proclames esto a los cuatro vientos, te haces blanco fácil de flechas y lanzas) pero aunque me de corte si has llegado hasta aquí y estás leyendo esto no me importa desnudarme, aunque estés en otra habitación, al otro lado de la línea ADSL… Tu es vosotros, vosotros sois tu y no quiero poner límites y fronteras porque somos un todo. Ya se que lo otro es todo lo que rodea esta carcasa de huesos y músculos, lo sé, pero aquí no. No dejes que haya abismos en esta atmósfera porque esto es energía que fluye y llega a ti, de la que sale de mis manos, se transforma y traslada por ese cable que nos comunica y sale por la pantalla y tus ojos recogen los fotones o como diablos se llame, recorre tus neuronas y te hace sonreír, espero que sí o, por lo menos, que encienda una chispa que te haga sentir o pensar en mi.

21/11/08

Poderoso fuego


Buff, con ganas de sexo salvaje otra vez ¿Pero este chico no es capaz ya de emocionarse con una historia corriente? Digo de las de quedar a tomar un café, charlar y decidir si se viaja lentamente a un tanteo de preludios suaves. Una cosa normal vamos, pero se le pone como la piedra con el morbo, el guerrero de cabeza púrpura babea con los juegos de sudor, saliva y poder. En una demostración de rabiosa virilidad, mostrando con sumisión sus ansias por recibir, cualquier extraño podría despacharse a gusto. Después no es tan receptivo para los gestos fraternales, para los cuentos románticos que se puedan enmarcar en poesías recurrentes. Preferiría caricias en su desnudez a la luz de la vela pero yace boca abajo en la oscuridad, inmovilizado, escuchando rugidos en vez de susurros ¿Y eso le eleva? Le lleva al éxtasis aunque le convierta en un objeto sexual. Aunque no lo vea llegar ofrece su profundidad y recibe con ganas tan tremenda intromisión, sin embargo se muestra más reservado ante los tímidos avances de cualquier otra clase de caricia. Una voz áspera ordena el amor y lo da, cuando es mucho más desconfiado ante los acercamientos diplomáticos de la seducción. Y eso que había jurado volver a esperarlo todo recostado en sábanas de seda, con una copa de vino en la mano pero las esposas, las fustas, las máscaras siguen cautivándole. Qué fuego le provoca. Bueno, le gusta porque es el fuego que parte de dentro, del centro de la tierra, del centro del alma. Es el fuego que apaga continuamente, el que se encrespa con llamas aunque prefiera aguas tranquilas. Habla de relaciones formales y aparece el deseo salvaje como un incendio subiendo por las escaleras de un edificio. Habla de amar a alguien y se enciende su ansia por gozar de su cuerpo, sin poder controlar que aumente en grados la temperatura de la piel. Cree que tiene controladito ese fuego porque le podría perder como cualquier cosa que lleva a los excesos. Un nerviosismo le sacude los cimientos, perlas de sudor le transpiran primero la frente, pero son imperceptibles, y después le sudan los bajos sí, porque el calor descansa allí. Un fuego que tiene más fuerza que cualquier reflejo cerebral y que arrastra todos los filtros que lo depuran, como una obsesión exigente, no deja espacio al puro instinto social, donde median intereses, cánones de belleza, compromisos, esos apagafuegos. La fuente de calor existe muy dentro, pura, está ahí formando vapores, cargando esperanzas, generando movimientos involuntarios como miradas de reojo, solicitud secreta, suspiros disimulados entre la multitud. Se manifiesta en el brillo de sus ojos, eso no lo puede controlar tampoco y genera temas de conversación banales para disimular un poco, incluso se habla del tiempo ¡Qué calor! Se le seca la boca ¡Se le seca la boca cuando más seductor quiere parecer! Tartamudeos como seísmos formándose, aliento humano que sale cuando quieres que salgan flores o imágenes brillantes. Muchos hablan del fuego que les lleva a la locura, a la manía posesiva, del orgullo individual al ‘no podría vivir sin ti’, pero eso es echarle mucha poesía cuando lo que le desvela es el fuego incontrolable que crece de dentro…

20/11/08

Sueños absurdos son


En fin, jejeje, ououououo, sí querido Jack, aquí estamos otra vez con el temita de la creatividad, dándole vueltas a la generación espontánea de las ideas, pues creo que es así como me salen mejor las cosas de dentro. Tú eres un maestro, mi maestro, y como no me puedes contar cómo lo hacías leo sobre ti y veo que rompías moldes, que jugabas con el lenguaje. No se si te costaba escribir, si le dabas muchas vueltas a tus textos. Cuando empecé a escribir limaba mucho, revisaba, revisaba, revisaba, pero ahora quiero escribir simplemente, expresar espontáneamente y lo que salga bien salió y lo que salga como una mierda será una mas de tantas. Esta noche tuve una especie de pesadilla. Otra vez el sueño reiterativo de volver a Madrid y la consabida angustia de buscar alojamiento, que se ha repetido en momentos culminantes de mi vida real. En uno de esos pisos de mala muerte un señor que se parecía a Juan Adriansens (¿Era él? Y si lo era ¿Por qué se mete en mi sueño?) Me hace un test psicotécnico para ver si era un candidato aceptable para alquilarme una habitación cutre a precio desorbitado. Pues bien el tipo con mucha labia me ofrece los resultados, con gráficos y todo hechos por ordenador como si me hubiera aplicado electrodos en el cerebro, y me dice que mi coeficiente intelectual no alcanza la media para que entre a vivir allí ¡Aghhhhhhh!¿Qué no da la media? “Sí, donde no hay no hay”. Y claro me entra la angustia y me digo: ¡Claro, por eso estas dificultades por escribir algo bueno! Me vende la moto de algo que me cuesta aceptar pero yo lo envuelvo lo cojo y me lo llevo a casa. Salgo por las calles de un Madrid que se parece mucho a Sevilla y me siento abatido pero se ve que la luz comienza a colarse por la ventana y me estoy despertando, porque en un alarde de empezar a ser razonable me doy cuenta de que es absurdo hacerle un test de inteligencia a alguien para compartir piso. ¡Ay, Dulouz, Dulouz! Creo que esas tardes que he estado delante del ordenador sintiendo que no florecía la creatividad me han pasado factura hasta meterse en mis sueños, y claro, como también preocupa lo de la vivienda del futuro pues todos a una. ¿Qué tendrán los sueños que hacen absurdísimas mezclas de nuestras preocupaciones? En fin, he vuelto a leer que sufrías por la abstinencia, y que tumbado en la cabaña de la montaña te quejabas, ououououo, y hablabas en francés. He sentido otra vez esa necesidad de consolarte, de acariciarte la espalda, de decirte, como te dijo tu compañía, que no te preocupases viejo aunque me gritases de rabia al verte descubierto en tu delirio…