20/11/08
Sueños absurdos son
En fin, jejeje, ououououo, sí querido Jack, aquí estamos otra vez con el temita de la creatividad, dándole vueltas a la generación espontánea de las ideas, pues creo que es así como me salen mejor las cosas de dentro. Tú eres un maestro, mi maestro, y como no me puedes contar cómo lo hacías leo sobre ti y veo que rompías moldes, que jugabas con el lenguaje. No se si te costaba escribir, si le dabas muchas vueltas a tus textos. Cuando empecé a escribir limaba mucho, revisaba, revisaba, revisaba, pero ahora quiero escribir simplemente, expresar espontáneamente y lo que salga bien salió y lo que salga como una mierda será una mas de tantas. Esta noche tuve una especie de pesadilla. Otra vez el sueño reiterativo de volver a Madrid y la consabida angustia de buscar alojamiento, que se ha repetido en momentos culminantes de mi vida real. En uno de esos pisos de mala muerte un señor que se parecía a Juan Adriansens (¿Era él? Y si lo era ¿Por qué se mete en mi sueño?) Me hace un test psicotécnico para ver si era un candidato aceptable para alquilarme una habitación cutre a precio desorbitado. Pues bien el tipo con mucha labia me ofrece los resultados, con gráficos y todo hechos por ordenador como si me hubiera aplicado electrodos en el cerebro, y me dice que mi coeficiente intelectual no alcanza la media para que entre a vivir allí ¡Aghhhhhhh!¿Qué no da la media? “Sí, donde no hay no hay”. Y claro me entra la angustia y me digo: ¡Claro, por eso estas dificultades por escribir algo bueno! Me vende la moto de algo que me cuesta aceptar pero yo lo envuelvo lo cojo y me lo llevo a casa. Salgo por las calles de un Madrid que se parece mucho a Sevilla y me siento abatido pero se ve que la luz comienza a colarse por la ventana y me estoy despertando, porque en un alarde de empezar a ser razonable me doy cuenta de que es absurdo hacerle un test de inteligencia a alguien para compartir piso. ¡Ay, Dulouz, Dulouz! Creo que esas tardes que he estado delante del ordenador sintiendo que no florecía la creatividad me han pasado factura hasta meterse en mis sueños, y claro, como también preocupa lo de la vivienda del futuro pues todos a una. ¿Qué tendrán los sueños que hacen absurdísimas mezclas de nuestras preocupaciones? En fin, he vuelto a leer que sufrías por la abstinencia, y que tumbado en la cabaña de la montaña te quejabas, ououououo, y hablabas en francés. He sentido otra vez esa necesidad de consolarte, de acariciarte la espalda, de decirte, como te dijo tu compañía, que no te preocupases viejo aunque me gritases de rabia al verte descubierto en tu delirio…
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