25/3/17

MAREA DORADA POR UN BESO

Qué poderosa era la imagen que estaba recibiendo de la naturaleza: azul, verde y dorado enmarcando el sensual perfil de tu rostro. En tus ojos descubrí, emocionado, el reflejo de la ilusión que estábamos sintiendo por todo lo nuevo. Con la mirada quería decirte lo que no me atrevía a poner en palabras ¿Porqué tenía que filtrar todo lo que el corazón me iba susurrando? Deseaba hipnotizarte, pero era tu mirada la que me seducía. Deseaba que me lo pusieras fácil porque me impacientaba tu aproximación intermitente. Quería preguntarte por qué jugabas con mi corazón si sólo deseabas momentos aunque, pensándolo bien, me conformaba con el vértigo que sentía cuando acelerabas el auto y gritabas que nos íbamos a comer el mundo. Como un rayo quemábamos una autopista que cruzaba extensos campos dorados de trigo. El viento formaba ondas en sus lomos como la marea dorada de un mar amarillo. Teníamos que probar la caricia de sus brotes, planear como avionetas y peinar los rizos de oro de aquella maravilla. Levantándome señalé el horizonte dorado y aceleraste con locura sumergiéndonos profundo en el corazón del trigal. Saltamos corriendo del coche. Iba siguiendo tu estela y te burlabas porque no podía alcanzarte. No recordabas que estaba aprendiendo a volar y terminé derribándote. Rodamos y forcejeamos, pero me dejé ganar. Te revolviste y me agarraste con fuerza mis muñecas. Me presionaste con todo el peso de tu precioso cuerpo. No sentía como un desafío tu furia sino mi placer, pues me gustaba tu presión y tu respiración agitada sobre mis labios. Volví resistirme y descubrí con placer que te encendía mi rebeldía, que te encendía que quisiera liberar mis manos para defenderme, que te ponía a cien un ‘buen pulso’ al filo de un precipicio. Y luchando con valor, bajo un fuego intenso en el mar amarillo, intenté vencerte con un beso pero con tu lengua conseguiste desarmarme…


11/3/17

TU DESNUDO DE ARENA

Te oculté que mi deseo se estaba mezclando con sentimientos. Me ruborizaba pensar que estuviese precipitándome cuando principalmente lo que habíamos tenido hasta el momento era una intensa química sexual. Tan poderosa que afectaba al vuelo de mis reflexiones. Pues era volver a sentirla jugando duro con mis hormonas y perdía la cabeza de nuevo. Y como no aguantaba las ganas sentía el impulso de pedirte que nos desviásemos de la carretera para lamernos en un desierto desolado. ‘No hay límite, no hay límite’- escribí- ‘Me entrego a la fuerza de este deseo sin miedo’. E hicimos el amor, hicimos el amor en medio de la nada. Tuvimos nuestra primera noche de pasión al aire libre. Rebozados en arena disfrutamos de un increíble amanecer de fuego y sudor. Aquella mañana intenté escribir pero no podía dejar de mirarte, seguíamos conectados por una corriente de morbo poderosa que no cesaba. No podía levantarme a coger el ordenador, no podía cometer el pecado de pensar junto a tu cuerpo. Una imagen había quedado grabada en mi mente: la de tu desnudo de arena recibiendo los primeros rayos de sol. Como para ocuparme de asuntos literarios, no importaba, aquel breve momento de sublime belleza eran ya las palabras en mi libro. Tenía que retratar aquel momento inolvidable antes de que la memoria difuminase su brillantez, pero prefería la distracción de tu hermoso desnudo a adentrarme en los recovecos rocosos de mi mente. Fue toda una creación artística refugiarnos del desierto en el oasis de nuestra humedad tibia. La ilusión sentimental conduciéndome a tu profundidad, mi lengua pretendiendo comunicártelo, mis dedos escribiendo una declaración de amor a través de cada caricia. Y mientras tanto aquel sentimiento emergiendo, deslizándose para encontrar un camino tibio hacia tus pensamientos que no fueran palabras… 

                                                               

                                                              #Bodyland.  Visto en beratistbeart.com