Te oculté que mi deseo se estaba mezclando con sentimientos.
Me ruborizaba pensar que estuviese precipitándome cuando principalmente lo que
habíamos tenido hasta el momento era una intensa química sexual. Tan poderosa
que afectaba al vuelo de mis reflexiones. Pues era volver a sentirla jugando
duro con mis hormonas y perdía la cabeza de nuevo. Y como no aguantaba las
ganas sentía el impulso de pedirte que nos desviásemos de la carretera para lamernos en un desierto desolado. ‘No hay límite,
no hay límite’- escribí- ‘Me entrego
a la fuerza de este deseo sin miedo’. E hicimos el amor, hicimos el amor en medio de la nada. Tuvimos nuestra primera noche de
pasión al aire libre. Rebozados en arena disfrutamos de un increíble amanecer de
fuego y sudor. Aquella mañana intenté escribir pero no podía dejar de mirarte, seguíamos
conectados por una corriente de morbo poderosa que no cesaba. No podía
levantarme a coger el ordenador, no podía cometer el pecado de pensar junto a
tu cuerpo. Una imagen había quedado grabada en mi mente: la de tu desnudo de
arena recibiendo los primeros rayos de sol. Como para ocuparme de asuntos literarios,
no importaba, aquel breve momento de sublime belleza eran ya las palabras en mi
libro. Tenía que retratar aquel momento inolvidable antes de que la memoria
difuminase su brillantez, pero prefería la distracción de tu hermoso desnudo a
adentrarme en los recovecos rocosos de mi mente. Fue toda una creación
artística refugiarnos del desierto en el oasis de nuestra humedad tibia. La ilusión
sentimental conduciéndome a tu profundidad, mi lengua pretendiendo comunicártelo,
mis dedos escribiendo una declaración de amor a través de cada caricia. Y mientras tanto aquel
sentimiento emergiendo, deslizándose para encontrar un camino tibio hacia tus
pensamientos que no fueran palabras…
#Bodyland. Visto en beratistbeart.com
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