26/9/19

EL RETORNO (Sorry, I've working in my novel)


La sensación de ciclo concluido y de una nueva esperanza, pero que es familiar, le hace sospechar de la existencia del eterno retorno, pero nada avanza sin evolucionar. ¿Qué podría cambiar cada vez, cuantas micras, cuantos gramos, cuantos grados? Le parecía más fácil aprender hablando que escribiendo, pero hablaba poco ¿Y escuchar? Escuchar le hacía sentir menos solo y también algo aprendía, aunque tuvo que observar la utilidad o ‘la calidad’ de la fuentes de las que bebía. Lo mismo había tomado veneno durante mucho tiempo como agua corriente. Y ahora, cuando sabe que volando ve a las estrellas a sus pies, se pregunta que aprender para qué, con qué utilidad. ¿La calma o la agitación? Emprender una revolución a través del conocimiento era una odisea; lo primero que le sorprendió era cómo de ignorante había sido.

¿Entonces había que abandonar el Idealismo? Por confusión en los orígenes de la ideas, por incomparecencia del ideal universal, temía la aluminosis en los sueños particulares que había acumulado, que eran casi como sueños imposibles, pues se desmoronaban las estructuras y los referentes de la doctrina total, quedaba vacía de contenido, los cimientos soportados por la débil interpretación de la razón instrumental. Empieza a comprender que el materialismo, finalmente, es el que crea un nuevo lenguaje. Como dijo aquel filósofo en su martirio “La naturaleza está triste porque ha perdido su lenguaje original” (Walter Benjamin). 


21/6/19

MONSTRUOSO


Recoloco las caderas para amoldarme al deseo absorbente. Y entonces pienso, ‘joder, siempre me estoy amoldando a contracorriente’. Una vez que controlé el miedo, porque había empezado la transformación, la ira me dio fuerza vital, me salió la cola de un escorpión y las alas de un dragón. Monstruoso. Me dijeron que era imposible cambiar, pero había encontrado la salida del laberinto y el principio del camino del guerrero que tanto había estado evocando. Ya no había temor. Sentía un dragón entero dentro. Hablaba y salía una lengua de fuego. Y cuando abría la boca escupía toda la sabiduría de la cueva de las sombras y alumbraba rincones que nunca había visto.

Confuso e inquieto por aquella nueva energía, —metamorfosis dentro de una habitación, las raíces por fin maduras—, conservé, sin embargo, el deseo de las mariposas por volar en una calle en la que pesan los pies, los hombros y la cabeza. Salí renovado, pero en cada muerte del ave fénix no hay manera de acabar con el programa metafísico de la alta existencia, del ser verdadero, que parece que es más de lo que somos pero que es lo llevamos dentro. Y entonces esa inercia inexplicable a la búsqueda de la plenitud apareció de nuevo. En las cenizas permanece la memoria de volar entonces.

Y después la voluntad, la ilusión, la esperanza como motor de la vida. Otra vez dando vueltas sin destino claro en la rueda de un laboratorio; otra vez la necesidad de volar sin saber de dónde viene ni a cuántos afecta. Y es cuando vuelves a la calle, escondiendo las alas para no asustar a nadie. Quizás por este camino, quizás mirando hacia dentro… 

Y el dragón dice: "No des un paso más, patético romántico, mira hacia dentro y perderás el tiempo ¿La esperanza? Ya has esperado suficiente. ¡Vuela.Quema el tiempo con este fuego que te ofrezco. Arrasa sin temor!".



7/6/19

¿QÚE DICEN TUS OJOS?


¡Ah, pero qué pueden captar los ojos, lo estrictamente visual, de las emociones que nos recorren por dentro! ¿Será que los ojos miran sintiendo o que pueden recibir emoción de un vistazo! Si los ojos hablaran hacia fuera lo que piensa uno de la imagen recibida, la confianza y honestidad que pedimos en unos ojos sonrientes cuando relucen por necesidad, no habría desengaños. Pero los ojos no hablan, interpretan. Entonces la imaginación lo arrasa todo y, en vez de dar un paso hacia la pregunta, volvemos a casa con la boca cerrada para arreglar el cuento con el análisis de lo que dicen unos ojos o una sonrisa. Y cuando cierras los ojos al acostarte lo ves claro. Es el movimiento o seguir suspirando por romances privados sin límite que no desengañan nunca.


pinturas-coloridas-modernos-ojos-patricia-vesga_9

20/5/19

CON MI NOMBRE EN SUS LABIOS.


Sensaciones al pensar que nos vemos y me desea; acariciarle sería creación en forma de blues, de placer de cuento peligroso. Sin embargo, es guardar silencio y oír cómo el aire comprimido sale en un suspiro que recojo ¿del alma? Y sentir que pesa cuando se descarga sobre las caricias que me guardo porque las invento. Se aceleran los latidos al sentir que, desde la ignorancia, quizá una puerta abierta, un salvoconducto, una trascendencia o una ansiosa liberación, nos haga cruzar puentes y superar este muro que nos separa. No es sentarse a la sombra de un árbol para meditar, es acercarse a la lumbre, al sol glorioso sobre la faz de la tierra y a la sonrisa que acompaña y calma cualquier tormenta. Y como poco devolver la chispa a esa cara que se presenta involuntariamente cuando cierro los ojos y que, en la oscuridad, brilla con carísima potencia porque es breve y se esfuma en una calada. Entonces abro los ojos, expulso una cortina de humo que se eleva, que va difuminando el camino para caer de nuevo como un telón mientras al fondo aparece su figura inesperadamente brillando y sonriendo y viniendo hacia mí con mi nombre en sus labios.


Faun by Moonlight Leon Spilliaert 1881-1946 Belgian Artist

27/4/19

CUENTOS FALSOS


Parece que ya no queramos sentir profundo. Recomiendan, ahora, que nos consumamos lentamente en nuestros delirios cotidianos, donde las sensaciones de malestar son fieles y nos mantienen cautivos de una seguridad precaria, ignorantes de la solidez de los barrotes que nos atrapan. Dicen que las aventuras son para la Literatura y el Cine, la libertad para los emprendedores y el amor para los románticos. Mientras tanto, olvidamos el valor de la solidaridad. Nos perdemos donde sólo se consumen ideas sin salida, ideas peregrinas que parecen que van más allá de nuestro cuerpo, que se expanden sin medida como ramas de fuegos artificiales, tentando el cielo,  mientras que el caminar es lento como en un terrario en el que topamos cien veces en la misma piedra.

Y mientras nos preguntamos si nos damos la mano, en realidad, quisiéramos acariciamos, ayudarnos a trascender el peso de los pensamientos con el tacto, pero ya la piel da calambre de tanta idea consumida y de tanta búsqueda. La energía del amor está encerrada dentro de nosotros, apresada por cien rencores y desconfianzas. Y ocurre que si abrimos las puertas sale todo, también lo complicado, la bilis negra, o se cuela la violencia, intensa de tanto controlarla, porque no hay conflicto que merezca la pena pero hay acumulación, hay cansancio.

Y no se sabe dónde quedó el amor… Si no fuese porque el deseo tira, como un carruaje de cuatro caballos, persiguiendo la fuerza de la atracción de todos los placeres del mundo con la esperanza de llenar el vacío que dejaron los cuentos falsos.



29/3/19

CHISPAS FUGACES


Todo el día con ganas de ver a través de tu piel para poder acariciarte. No hay ambición más sana que conocernos mientras manejamos los movimientos de una lucha prolongada entre poder y belleza. Quedarse con la apariencia sería como buscar luz entre los instintos más básicos, pero ahí arriba hay una cabeza coronada de espíritu amoroso. ¡Aléjate de mí, flor de un pensamiento, aléjate de mí igual de rápido que pasa el tiempo!

Escuche por ahí que ser mediocre es hacer las cosas a la mitad y abandonarlas después. Como jurar amor eterno a alguien y negarse a repartir besos con otros desconocidos en sus camas pero no dejar de lamer; o como ser un hombre varonil y a la vez una mujer liberal que se esconde en la ambigüedad de un traje de chaqueta opresor para no sentirse dividido. Lo mejor para que no haya obligación es no elegir camino ni etiqueta sino balanceo, y embriagarse al entrar a las sombras hasta que aparezca una luz que no parpadea. Y es que la esperanza de amar es erotismo vital. Es gastar cerillas de chispas fugaces y nadar a contracorriente entre chispa y chispa, en un vacío lleno de energía sin salida, o en el cauce de un río invisible, corriente que no desfallece porque prende a reacción de otros cuerpos hermosos.

Y en el desesperado intento de nadar y tocar tierra nos agarramos a los puentes que funcionan, buscamos un camino sin piedras, a tientas porque nos hemos deslumbrado por un rayo de sol cegador, directo a los ojos. En el olvido nos habíamos embriagado de una luz intensa que lo deja todo difuminado, vatios acumulados para descargar sin saber dónde. Y, aunque ciegos, nos ilusiona una potencia radiante, ese valor durmiente que ilumina dentro pero que se despliega a base de besos y explosiones químicas y vellos de punta. ¿A dónde caeríamos sin las chispas fugaces que se extienden entre las horas muertas, entre plazas soleadas y rincones negros de la noche que esperan un nuevo amanecer?



7/3/19

DEL CORAZÓN A LA BELLEZA SIN NOMBRE


Incomprensible vacío cuando acerqué el oído a tu corazón; la canción que nos marcaba el ritmo resultó ser una ilusión más. Si antes estaba agitado, ahora me agarro el pecho en un movimiento de consuelo, frenando el desboque que correspondía a tus palabras de presunto amor, sustituyendo un romance por una canción que me consuele en un nuevo despertar. Pero esta sensación de nueva independencia es molesta para quien amó, para quien cantaba por las calles con una voz desgarrada de blues en un reino de engranajes y sistemas. En realidad, la melodía seguía sonando cuando retiré la mano y me la llevé a la cabeza. Aquella agitación era ya música en la habitación secreta de mi memoria, cuando me senté en un banco de piedra a observar la naturaleza, los trinos y los rayos dorados. Me senté pero tenía ganas de bailar. Entonces las plantas volvían a crecer sobre cenizas y pasé de la melancolía a la excitación al admirar la belleza impersonal de un perrito que viene a consolarme moviendo el rabo.

Del corazón agitado a la calma necesaria para seguir vibrando y poder agitarse de nuevo, si es que alguna vez se pueda volver a cantar a dúo. Pero no un ‘doremí’ y que me respondan ‘fasol’, sino dos voces completas en una armonía común para dos canciones distintas. Que nuestro bienestar no sea dependiente, que no sea un espejismo. Que mantengamos la utopía de un espíritu libre junto al hambre de piel que no nos abandona. Aguantemos las ganas de fingir, de protegernos de la aventura y de la belleza que despista, pues no son los ojos los que adoran sino algo más profundo que no tiene nombre.






26/2/19

OTRA CANCIÓN DE AMOR


Incomprensible vacuidad cuando acerco el oído a tu corazón; la canción que nos marcaba el ritmo era otra ilusión más. Si antes estabas agitado ahora me agarro el pecho en un movimiento de consuelo, frenando el desboque que antes correspondías, sustituyendo tu mano tranquilizadora por una canción que me abraza en la soledad. Pero ese gesto es molesto para quien amó, para quien cantaba por las calle con una voz desgarrada de blues en un reino de engranajes y sistemas. En realidad, la música siguió sonando cuando retiré la mano y me la llevé a la cabeza. La música cuando me senté en un banco de piedra a observar la naturaleza y los trinos y los rayos dorados, que comenzaron a repoblar el terreno baldío; entonces las plantas volvían a crecer sobre cenizas. Del silencio al sonido, de la melancolía a la aparición de la belleza afuera. Del corazón agitado a la calma para volver a vibrar y agitarse de nuevo si se puede cantar otra canción más de amor.



                                                                                   Adam and Eve. Jean Cocteau

6/2/19

LA DANZA DEL CHINO


San Francisco. Junio 1997.

Vuelvo a Frisco y, tras coger la máquina del tiempo y trasladarme unos años atrás y en más de mil kilómetros, me veo paseando por Columbus street. Estoy un poco sorprendido porque a pesar del miedo que llevo encima a lo desconocido he decidido ponerme el mundo por montera y salir a la calle a investigar. En ningún momento me he planteado quedarme en el hostal hippie Green Tortoise encerrado en la habitación por miedo, pero desde luego no iré muy lejos; sólo dar unas vueltas a la manzana, tomarme unas cervezas y no alejarme mucho porque sería como una aventura demasiado fuerte adentrarme en la jungla de asfalto, que en esos momentos para mí estaba llena de peligros, como delincuentes armados hasta los dientes y asesinos en serie, fruto de tantos años tragando películas de acción. Pues bien sí, mi amigo me había prometido que me iba a alojar en casa de la abuela de su pareja en Reedwood City cuando llegara a Frisco, pero dado que habían gastado demasiado en teléfono la pobre señora dijo que allí no entraba ‘a fucking spanish more’.

Hace frío en San Francisco, el asfalto de las calles está plateado y moteado por los reflejos de colores de los neones gracias a una lluvia que no he visto. Las luces son de los sex shops que pueblan las calles adyacentes que me llaman con sus interiores inquietantes, pero no me decido a entrar porque me parece demasiado y el miedo me hace pensar en robos y violaciones. Me sorprende que todos los homeless (vagabundos sin techo) que me encuentro me sonrían amablemente pero no consiguen ahuyentar mi miedo sino alarmarme, y termino pensando que la calle podría ser muy dura si seguía caminando y alejándome del hostal. Decido ir al bar que estaba al lado y tomarme un par de pintas de la cerveza más espesa que había probado en mi vida. Y como me animo tiemblo de emoción por todo lo que tenía por delante que vivir cuando le echara cojones ¡Sí, joder, aquí está el sueño americano, prepárate! Pero es la una de la madrugada y todos los lobos urbanos deben andar sueltos en busca de sus presas.

Vuelvo al hostal y me dirijo al salón comunitario. Todo muy hippie, cena gratis y cervezas en la máquina, mmm. Hay tanta gente joven reunida de todas partes, europeos, mejicanos, asiáticos… Algunos tocan la guitarra, borrachos y fumados. Sí, fumados, porque hay una gran nube densa que cubre la atmósfera y un olor a…hierba que coloca sin tener que dar caladas. El lenguaje y la timidez me hacen sentir cohibido y solo observo manteniendo las distancias, pero como estoy agotado y algo beodo decido sentarme en un sillón desfondado junto a otros huéspedes. Entonces un joven chino comienza a hablarme, —un joven chino hablando mal inglés a un joven andaluz hablando mal inglés—, y no lo puedo entender bien pero nos comunicamos. Charlamos y gesticulamos, fumamos y todo se va aclarando hasta que surge la conexión por la influencia de la cerveza y de la hierba. En la nebulosa consigo entender que en China lo habían encerrado por homosexual en una celda diminuta durante días y que se habría vuelto loco si no hubiera sido por la meditación y por aquella extraña coreografía que me interpretó al momento —luego supe que a aquello lo llamaban Tai Chi—. Afortunadamente solo fue un arresto por escándalo público y tras salir a la calle comenzó a planear la gran huida del país. Y todo había terminado allí.

Me sentí feliz por él pero pensé que de alguna manera yo también estaba huyendo de algo. Era muy tarde ya y el joven chino comenzaba a arrimarse demasiado con ronroneos felinos, me excusé alegando que estaba borracho, fumado y cansado, —cosa que era verdad— y me fui a acostarme a la habitación comunitaria, que olía a queso amargo y sonaba como un ogro. Tardé en dormir pues en mi cabeza cansada retumbaban los ecos de la danza del joven chino en una celda.





30/1/19

EL PUENTE DE CRISTAL


No nos atrevemos porque nos meten miedo en el cuerpo; aunque realmente el cuerpo no lo manejamos nosotros, —qué manejamos—, ni siquiera los pensamientos, que nacen involuntariamente, como correcciones desde afuera, desde el camino recto. De ahí las amenazas y los ultimátum para que seamos personas líquidas en un molde de cuarzo, en una sólida base irrompible, inflexible, inamovible. 

Nos dicen: Toma este camino muchacho será lo mejor para ti. ¿Y quién lo sabe? Si nos habéis entregado unas alpargatas para cruzar este puente de cristal resbaladizo. Peor aún, nos las habéis arrojado desde el techo de cristal por el que os vemos volar de continente en continente. Creíais que habíais alcanzado el porvenir del cielo, cuando vuestro porvenir es volver a la tierra y mirar al cielo igualmente, o mirar adentro,  arrimándose a este coro mundano en el mismo y último aliento.



10/1/19

¿EL AMOR DENTRO?


Creía que se podía escribir automáticamente sin pensar, soltar palabras para derramarme como un grifo abierto, a una velocidad que nace la inspiración entre la lógica de los pensamientos y la confusión de los sentidos pero hay freno. Por qué detenerse a pensar si el deseo es descubrir misterios ni siquiera conocidos cuando funcionan como datos en una máquina de ceros y uno; por qué no creer en la aparición espontánea de algo que fuera una invención, algo fortuito entre esas cosas tan pesadas que son como engranajes del comportamiento y que poco tienen que ver con la improvisación y el deseo. El amor mismo, que está escrito en la memoria como un romance moribundo, ya no es ni moderno, está pasado de moda, desfallece por momentos. Queda la chispa de la piel que no se sabe si prenderá en un océano.

De todas formas, las ilusiones narradas también parecen caducadas, porque después de toda la movida que nos contaron del amor, esa parte que nos faltaba para completar la naranja entera, empezaron a contarnos que la habíamos llevado dentro, siempre completa. Y entonces qué tonto me siento, ¿para qué tanto tiempo huyendo o buscando? Ningún dios nos dividió en dos, en sujeto y complemento, masculino o femenino; nada separó a seres que tenían cuatro brazos, cuatro patas y dos sexos como no fuera el Hombre mismo…

Y de pronto empezaron a contarnos que no éramos ni dos ni uno, sino muchos en uno, y yo ya no sé qué pensar desde que me enteré que no hay que buscar amor fuera sino dentro, pues me siento como una isla, me siento como un convento.