10/12/08

Mi mono Amedio y Buk


En fin, bueno, bueno, bueno, estos dos últimos blogs han sido de críticas, estaba quejica, supongo que me pasa cuando me duele el aislamiento al que me veo forzado, ya que los inviernos me hacen recluirme como un oso cavernario. Pero hoy me gustaría cambiar de tono, ejem, jeje, sobre qué dirección ¿sobre las musarañas microscópicas de la esquina del techo que se empeñan en reconstruir sus casas pelusas? ¿Sobre el ojo cam que me acompaña sorprendido y que todo lo vería si quisiera enseñarme? ¿Sobre mi mono peluche que me sigue acompañando a pesar de que he pasado de los treinta años? Sí, lo tengo aquí sentado a mi lado sobre la impresora, mi compañero inseparable, es raro que no sea supersticioso y que haya pensado, desde que me lo regalaron, que tenía que meterlo en la maleta en todos mis viajes para que la suerte me acompañara. Aquí está el tío en primera fila después de tantos años. Conmigo seguirá en estas noches de mantita y reflexión, en fin. Tampoco de esto quiero seguir escribiendo ¿Qué tal sobre Bukowski? Bueno es quien me acompaña últimamente en la cama y me está gustando mucho, me está cautivando su ingenio de borracho vividor y mujeriego en este libro, titulado precisamente ‘Mujeres’, donde su personaje, Henry Chinaski , tiene una infructuosa y azarosa vida sentimental. No se, puff, es para leerlo no para hacer una crítica. Muy divertido y excitante, me sorprende la relación tan visceral que mantiene con las mujeres, que puede parecer que carece de respeto en una lectura superficial pero que destila amor, pasión y dolor. La sensibilidad no queda mitigada con tanta borrachera y con los escuetos diálogos, Chinaski habla poco pero dice mucho, es utilizado pero utiliza, aparece continuamente humillado pero es el rey de las conquistas, sea por su aura de escritor o por su entrega paranoica al sexo femenino. Excitantes son sus descripciones de cuando puede ‘empujar’ y de cuando sobrepasa los límites de la cordura por su adicción. Saluda a su compañera que aparece inesperadamente en su casa después de haberle sido infiel en sus narices y lo primero que le dice es ‘Tú, jodida puta’ y después ‘¿Quieres una cerveza?’ Acto seguido ya está en el sofá jugando con su coño y pueden terminar tirándose los trastos pero lo más seguro es que acaben haciendo el amor salvajemente en una dura borrachera. Al día siguiente se levanta y le puede arder el estómago pero toma una cerveza, vomita, toma otra cerveza, vomita y así ‘hasta que la cerveza se le queda dentro’. Durísimo pero impresionante el relato de su amarga e incesante búsqueda o, quizás, es que Chinaski no sabe estar solo y sigue cayendo en los mismos baches aunque no espere nada nuevo. Resignado a la manipulación de sus mujeres, sabiendo que la bebida le está matando pero tomándola como necesaria, tanto como la respiración. Sexo, alcohol y poemas como alimento de la vida. Resacas, peleas y fama como precio que hay que pagar por apurar hasta la última gota del presente. Y yo, como hago últimamente, sigo tan formal pero viviendo los límites con mis lecturas…

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