Me salen intensos los sueños porque hago lo que me da la gana, meto a quien me da la gana, aunque hay presencias que se cuelan sin permiso, no importa, de cualquier manera no son desagradables. Cómo va a serlas si son caprichosas y me acompañan en aventuras en espacios reciclados, iluminados por fragmentos que han quedado marcados en la memoria. Caprichosa es la composición y si hay un denominador común es que parece guiada por el deseo, compañía, mudanzas, caminatas, personas rescatadas del pasado, campos, calles, encrucijadas. Si voy avanzando y progresando es en esos sueños mañaneros, en semiinconsciencia, que se producen antes de que plante el pie izquierdo en el frío suelo de esta habitación que me cobija, luego aquí todo se debate en bucles, en intentar rebobinar la cinta de lo dulcemente acariciado entre las sábanas, de ese escenario en penumbras de ocurrencias poco definidas. Cuando me despierto llego a pensar que tengo un imán poderoso adosado a los huesos, una resistencia eléctrica al movimiento, un artefacto que congela estados de conciencia pero también esto es una ensoñación por que el tiempo pasa irremediablemente, modificando levemente todo…
Todo parece atenuado, algunos excesos controlados pero al precio de calibrar todo. De acuerdo que esto no podría ser una anarquía pero la maldita amenaza de quedarse gris a veces desespera. Siempre queremos que nos vean importantes, como nos consideramos y no nos ven ni media, hay que demostrar mucho para conquistar y mucho más para tener un buen rato de sexo con amor, qué caro parece. Maldito aburrimiento, puta rutina la de medirlo todo en vez de abandonarse en los brazos de alguien. Y es que siempre me encuentro preguntándome ¿Y si me pierdo? Quizás por eso sueño con frecuencia que salgo de casa y cuando quiero volver no encuentro camino conocido ¿Sigue paralizándome el miedo?¿Y por qué, cuando he recorrido antros, calles oscuras con negros gángsteres calentándose al fuego de un bidón y gritándole a mi sombra? Eran otros tiempos podría responder, estaría engañado por una fortaleza que hoy parpadea, obsesionado por una búsqueda, ciego a ratos por un impulso. ¿Y entonces qué se está apagando? No encuentro explicación pues tampoco fui escarmentado por sustos mayores, cuando algo pasaba en mi entorno lo ignoraba con tanta pasión que los peligros se diluían a mis espaldas y después, en sueños, todo lo transformaba en un delicioso colofón surrealista...