Desde que empezaste a darme morbo, prólogo de un deseo,
caricias son tus imágenes cuando te acercas a mis ojos susurrando. La visión de
tu desnudo me impacta. Admiro tu preciosa piel blanca decorada con elegantes
tatuajes y las líneas morbosas de tu cuerpo, que son de una perfección clásica.
Por tu belleza seguro que desciendes de una estirpe romana. Por tu belleza me
quedé prendado cuando te vi descansando en un cómodo sofá en la pradera del
jardín de las delicias, y la pasión se me desató pues imaginé que tu compañía sería
morbo y delicioso pecado. La luz de tus ojazos, que me seducen e hipnotizan, cae
sobre mí descubriéndome un paisaje de páramos plagados de sátiros y duendes desnudos
que nos animan a devorarnos como locos. De Magos y brujas que reparten licores
y pócimas que evaporan la poca timidez que me queda. Acaricio tu delicada piel
y brisas afrodisíacas remontan tus blancas laderas. Te incorporas, me haces una
señal para que me acerque, me sostienes la barbilla y derrites mi boca cuando introduces
suavemente tu lengua. Me hechizas con el cáliz de tu boca, con la bella
amplitud y finura de tus labios, y me entrego mientras reyes y caballeros se
pelean por un reino de diamantes. Simplemente te metiste en mi mente a bocados y
se me erizó la piel. Tu sonrisa se convirtió en la cama circular que brilla en mi
oscuridad, donde deseo fundirme contigo en una maravillosa estrella roja fugaz.
Tus ojos recogen la vía láctea tiñéndose de plata y allí se refugia el cielo al
que yo aspiro pasear. Todas las líneas que marcan tu figura son bellas, como
las de tu cara grecorromana. Todo lo que ocultas deber ser delicioso. Si te
abrieras a mí mezclaríamos nuestro néctar estirando nuestros cuerpos reliados. Colgados
del cielo le daríamos razones al tiempo para que brillase como el oro. Le daríamos
crédito a una pasión que nos eleve por un camino de plata. Los apetitos del
cuerpo, del espíritu y los regalos del deseo que habíamos estado guardando bajo
siete llaves serán entregados entre caricias. Porque el aura que desprendes me atrapa,
promesa de que me vas a diluir en el cielo, de que vas a escuchar mi alma
latiendo de orgullo sobre tu pecho abierto. Y no habría lugar mejor para
ascender a la gloria como la espiral de compartimos flotando, como el vuelo que
nos conduce a un país de maravillas arquitectónicas diseñadas en nuestros
cuerpos. Y desnudos y abrazados necesitaré a Pegaso por si coincide que el amor
flota en el aire y pueda agarrarlo de un brinco…
27/8/16
5/8/16
LA VICTORIA DE TU DULCE TERNURA
‘Precioso cuerpo, cada
detalle es bonito’.- pensaba mientras te admiraba y me preguntaba como sería
recorrer con la lengua cada uno de tus rincones cuando me lancé loco por tus
suspiros. Inicié un largo camino húmedo. Jugué con los caracolillos de tu
pubis, tan aterradoramente atractivos, y después seguí lamiendo dejando un
viscoso río de saliva que se mezcló con sudor y sabor a gel barato de motel. La
música nos envolvía en un blues melancólico y el ambiente se había tornado plateado,
pues los rayos de una luna llena sonriente se filtraban por una persiana
incompleta. Nuestros sentidos concentrados en cada acercamiento, en cada
caricia, en cada roce de nuestros labios. Descubríamos nuevas sensaciones de
placer mientras nos dibujábamos en la piel con los pinceles de miles de
filamentos rugosos. Cada fibra nerviosa pendiente de la sensación de humedad tibia
y la descarga electrizante que brotaba donde caprichosamente decidíamos lamernos.
Y descarga tras descarga el éxtasis. Bajo el hechizo de la luna se nos desató
un hambre salvaje de saborear cada pliegue profundo, húmedo y tibio, de nuestro
sexo. Sentí que era lo que siempre había deseado, que un bello cuerpo de perfil plateado me tocara la fibra sensible más secreta.Y recorriendo un camino de explosiones químicas nos fundimos intensamente
en un movimiento acompasado. Sintiendo la serenidad de un deseo concedido eran
deliciosos los actos silenciosos que me hacían recuperar la fe en el deseo
humano. Aunque tú me susurrabas al oído palabras de aliento, palabras que sonaban
a reflejos de luz dorada en la laguna de mis sentimientos. Palabras que deseaba
creer. Fue tu dulce ternura presente en cada roce la que expulsó la luz azulada
de la desconfianza lejos de nosotros. En aquella burbuja en la que me
envolviste con tu seducción no importaba nada que estuviera fuera de sus
límites. Tampoco dentro había dónde, cuándo, ni por qué. Y en esa
revelación, con una sencillez pasmosa, tuve conciencia de que estaba viviendo un
presente de felicidad radiante que nunca olvidaría.
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