21/6/19

MONSTRUOSO


Recoloco las caderas para amoldarme al deseo absorbente. Y entonces pienso, ‘joder, siempre me estoy amoldando a contracorriente’. Una vez que controlé el miedo, porque había empezado la transformación, la ira me dio fuerza vital, me salió la cola de un escorpión y las alas de un dragón. Monstruoso. Me dijeron que era imposible cambiar, pero había encontrado la salida del laberinto y el principio del camino del guerrero que tanto había estado evocando. Ya no había temor. Sentía un dragón entero dentro. Hablaba y salía una lengua de fuego. Y cuando abría la boca escupía toda la sabiduría de la cueva de las sombras y alumbraba rincones que nunca había visto.

Confuso e inquieto por aquella nueva energía, —metamorfosis dentro de una habitación, las raíces por fin maduras—, conservé, sin embargo, el deseo de las mariposas por volar en una calle en la que pesan los pies, los hombros y la cabeza. Salí renovado, pero en cada muerte del ave fénix no hay manera de acabar con el programa metafísico de la alta existencia, del ser verdadero, que parece que es más de lo que somos pero que es lo llevamos dentro. Y entonces esa inercia inexplicable a la búsqueda de la plenitud apareció de nuevo. En las cenizas permanece la memoria de volar entonces.

Y después la voluntad, la ilusión, la esperanza como motor de la vida. Otra vez dando vueltas sin destino claro en la rueda de un laboratorio; otra vez la necesidad de volar sin saber de dónde viene ni a cuántos afecta. Y es cuando vuelves a la calle, escondiendo las alas para no asustar a nadie. Quizás por este camino, quizás mirando hacia dentro… 

Y el dragón dice: "No des un paso más, patético romántico, mira hacia dentro y perderás el tiempo ¿La esperanza? Ya has esperado suficiente. ¡Vuela.Quema el tiempo con este fuego que te ofrezco. Arrasa sin temor!".



7/6/19

¿QÚE DICEN TUS OJOS?


¡Ah, pero qué pueden captar los ojos, lo estrictamente visual, de las emociones que nos recorren por dentro! ¿Será que los ojos miran sintiendo o que pueden recibir emoción de un vistazo! Si los ojos hablaran hacia fuera lo que piensa uno de la imagen recibida, la confianza y honestidad que pedimos en unos ojos sonrientes cuando relucen por necesidad, no habría desengaños. Pero los ojos no hablan, interpretan. Entonces la imaginación lo arrasa todo y, en vez de dar un paso hacia la pregunta, volvemos a casa con la boca cerrada para arreglar el cuento con el análisis de lo que dicen unos ojos o una sonrisa. Y cuando cierras los ojos al acostarte lo ves claro. Es el movimiento o seguir suspirando por romances privados sin límite que no desengañan nunca.


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