La política da asco, la economía también y ahora, me cago en
la ostia, la justicia porque acabamos de descubrir que no es igual para todos.
Quien lea esto quizá piense mal sino se aclara que no soy un loco ‘outsider’,
ni un antisistema, ni un radical. Pensará mal si se saca fuera de contexto, si
no se aclara que estas palabras fueron escritas en España a quince de mayo del
2013. Acotándolo no cabe duda de que es el sentir general de la mayoría de los
ciudadanos, pero no hay que alarmarse nosotros somos pacíficos, recibimos los
golpes sumisamente. Nos están aplicando la ‘doctrina del shock’ ¿Cuánto
despropósito tiene que respirarse en el ambiente para que una persona tranquila
llegue a sentirse indignada?¿Cuánto hace falta para dar definitivamente un paso
adelante y decir basta? Parece que nos dirigen en la senda de analizar cosas
más abstractas, imperecederas, a una observación que se aleje de la coyuntura. Puede
ser que les interese más, puede que la crítica se diluya en redes sociales
amplias, deshumanizadas. Así queda constancia de la protesta pero no hay
presión, no se pisa la calle. Se pone uno a analizarse cuestiones abstractas
del comportamiento que arrastramos de largo recorrido de experiencia social,
pero también nos podemos distraer con las superlativas como las filosóficas,
como el sentido de la vida, la felicidad, el amor y la muerte, y
particularmente dejas de pensar en tu vida (futuro) Quizás sean incógnitas tan
irresolubles que nos hagan caer en un nuevo nihilismo pues son debates de por
vida, que si se generalizan generalmente te arrastran a un estado de ánimo de
tono insatisfactorio. Añadiéndole los problemas más terrenales existe el
peligro de que se pueda llegar a un grado superlativo de desazón. Muchas veces
no se da para más y la observación detenida de la gente parece indicar que
muchos lo que quieren es pasear tranquilos, quizá porque puede que la compañía
haga mucho para despejar la mente. El vagar solitario del pensamiento, sin
embargo, puede elevarte a dichas abstracciones pero parece que tampoco ayuda a
diluir la indignación, por eso no hay nada como mayo para recordar que es
necesario pasar a la acción y decir basta…