Había otra forma diferente de vivir la ciudad, pesaba menos
mi alma y el ruido comenzaba a sonar como una
melodía. Antes caminaba con pasos apresurados y se desarrollaba como
cualquier lunes de asuntos pendientes. Desde que me sostengo sin tantos
artificios vivir la ciudad es incertidumbre porque todo es nuevo a pesar de ser
las mismas calles de siempre. Hasta las mismas esquinas que doblé mil veces me
deparan sorpresas, como visiones plásticas de una cornisa que corta un rayo de
luz o como un balcón florido que siempre estuvo ahí, que vuelvo a saborear
porque ya vivo el presente que antes no veía. Porque antes lo mejor de doblar
esquinas era encontrarse contigo, siempre te andaba buscando y tú sólo me
buscabas cuando tenías calor o frío. Antes no veía nada porque estaba ocupado
pensándote, ocupando mi tiempo aunque tuvieses tu vida. Y un día sucedió que
toda la prisa de todos los días se transformó en pasos caprichosos. Un día
volvió el blues a mi cabeza y de pronto empecé a andar con brío y con redoble
de palillos, como dando brincos de levedad hacia una pared de cal donde volvería
a colgar nuevos besos entre graffitis y geranios.
2 comentarios:
Buscamos quehaceres y tareas rutinarias continuamente para evitar enfrentarnos con lo verdaderamente importante. No digo que se excluya de la vida la acción pero necesitamos la contemplación de unos ojos nuevos para refrescar las calles.
Interesante tu blog, voy a seguir echándole un vistazo. Coincido contigo no en uno ni dos de tus libros favoritos, sino en muchos, extrañamente demasiados, lo cual me da un sensación de desdoblamiento porque podría haber firmado esa lista de favoritos yo mismo.
Un abrazo
Muy buena aportación tus palabras, así es, muy bonito lo que dices 'refrescar las calles'. Muchas gracias por tu mensaje, por tu interés, por tus palabras. Un abrazo Moisés
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