En una
discoteca solitaria que sonaba a lata te encontré cuando derramabas lágrimas
sobre una copa. Sonaba una guitarra maestra que adornaba tu melancolía con un
dulce erotismo. Tu eco sensual me provocó una pasión irresistible. También de
lamentos estaba hecho mi profundo pozo solitario en aquella barra metálica y fría
¿Alguien más rondando? Supe que no habría problemas cuando me miraste con
agrado al sentarme a tu lado y tu sonrisa convirtió mis vértebras en un acordeón
y mi cabeza en una sala de violines…
-Emborráchame
y fóllame como nunca esta noche…
-Genial,
soy un caballero pero si me provocas puedo ser también un sátiro. Y que quieras
las manos de un desconocido esta noche alrededor de tu cuerpo me hace sentir un
hombre poderoso, mmm, sí. Me encantaría arrastrarte a la habitación y hacerte
sentir cada centímetro de tu piel. Alimentaré tu belleza con mis caricias y
palabras. Tendré la tentación de dominarte, sí, pero sólo para llevarte al
éxtasis, para que disfrutes de tu belleza sintiéndola intensamente. Yo te guiaría,
por si no conoces mi forma de hacer las cosas, para atraparte, para enseñarte
mi sentido del placer que creo que te gustará, pero tú me hechizas ahora cuando
sonríes al acariciarte la cara. Tus ojos aumentan de tamaño, qué maravilla,
ojos oliva veteados de ilusión por lo que va a pasar cuando nos desnudemos…