Qué poderosa era la imagen que estaba recibiendo de la
naturaleza: azul, verde y dorado enmarcando el sensual perfil de tu rostro. En
tus ojos descubrí, emocionado, el reflejo de la ilusión que estábamos sintiendo
por todo lo nuevo. Con la mirada quería decirte lo que no me atrevía a poner en
palabras ¿Porqué tenía que filtrar todo lo que el corazón me iba susurrando? Deseaba
hipnotizarte, pero era tu mirada la que me seducía. Deseaba que me lo pusieras fácil porque me impacientaba tu aproximación
intermitente. Quería preguntarte por qué jugabas con mi corazón si sólo deseabas
momentos aunque, pensándolo bien, me conformaba con el vértigo que sentía cuando
acelerabas el auto y gritabas que nos íbamos a comer el mundo. Como un rayo
quemábamos una autopista que cruzaba extensos campos dorados de trigo. El
viento formaba ondas en sus lomos como la marea dorada de un mar amarillo. Teníamos
que probar la caricia de sus brotes, planear como avionetas y peinar los rizos
de oro de aquella maravilla. Levantándome señalé el horizonte dorado y
aceleraste con locura sumergiéndonos profundo en el corazón del trigal. Saltamos
corriendo del coche. Iba siguiendo tu estela y te burlabas porque no podía
alcanzarte. No recordabas que estaba aprendiendo a volar y terminé derribándote.
Rodamos y forcejeamos, pero me dejé ganar. Te revolviste y me agarraste con
fuerza mis muñecas. Me presionaste con todo el peso de tu precioso cuerpo. No
sentía como un desafío tu furia sino mi placer, pues me gustaba tu presión y tu
respiración agitada sobre mis labios. Volví resistirme y descubrí con placer que
te encendía mi rebeldía, que te encendía que quisiera liberar mis manos para defenderme,
que te ponía a cien un ‘buen pulso’ al filo de un precipicio. Y luchando con
valor, bajo un fuego intenso en el mar amarillo, intenté vencerte con un beso pero
con tu lengua conseguiste desarmarme…
25/3/17
11/3/17
TU DESNUDO DE ARENA
Te oculté que mi deseo se estaba mezclando con sentimientos.
Me ruborizaba pensar que estuviese precipitándome cuando principalmente lo que
habíamos tenido hasta el momento era una intensa química sexual. Tan poderosa
que afectaba al vuelo de mis reflexiones. Pues era volver a sentirla jugando
duro con mis hormonas y perdía la cabeza de nuevo. Y como no aguantaba las
ganas sentía el impulso de pedirte que nos desviásemos de la carretera para lamernos en un desierto desolado. ‘No hay límite,
no hay límite’- escribí- ‘Me entrego
a la fuerza de este deseo sin miedo’. E hicimos el amor, hicimos el amor en medio de la nada. Tuvimos nuestra primera noche de
pasión al aire libre. Rebozados en arena disfrutamos de un increíble amanecer de
fuego y sudor. Aquella mañana intenté escribir pero no podía dejar de mirarte, seguíamos
conectados por una corriente de morbo poderosa que no cesaba. No podía
levantarme a coger el ordenador, no podía cometer el pecado de pensar junto a
tu cuerpo. Una imagen había quedado grabada en mi mente: la de tu desnudo de
arena recibiendo los primeros rayos de sol. Como para ocuparme de asuntos literarios,
no importaba, aquel breve momento de sublime belleza eran ya las palabras en mi
libro. Tenía que retratar aquel momento inolvidable antes de que la memoria
difuminase su brillantez, pero prefería la distracción de tu hermoso desnudo a
adentrarme en los recovecos rocosos de mi mente. Fue toda una creación
artística refugiarnos del desierto en el oasis de nuestra humedad tibia. La ilusión
sentimental conduciéndome a tu profundidad, mi lengua pretendiendo comunicártelo,
mis dedos escribiendo una declaración de amor a través de cada caricia. Y mientras tanto aquel
sentimiento emergiendo, deslizándose para encontrar un camino tibio hacia tus
pensamientos que no fueran palabras…
#Bodyland. Visto en beratistbeart.com
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