2/3/15

BANDERILLAS

Con nocturnidad y alevosía nos besamos apasionadamente en el rincón de una oscura taberna, entre chatos de vinos y banderillas. Su boca tenía un delicioso sabor amargo, de otra forma no hubiera descubierto la intensidad de la explosión de las banderillas al morderlas. Siempre me había negado a probarlas por lo fuerte que olían a vinagre, pero en tus labios era miel. Las probé porque te encantaban. 

En esos momentos en los que te besaba a escondidas, en el recipiente de tu boca todo se matizaba y se volvía dulce, y se me pasaba por la cabeza que formábamos una deliciosa banderilla, de diferentes colores pero de sabores fuertes, formando una unidad que diluía la singularidad de cada uno de nosotros. Un breve momento eterno para sentirse inseparables, como un sueño la sensación de armonía de aquellos besos…inolvidable.

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