En los brotes de primavera, radiante o melancólica, te he
buscado a través de la luz cegadora y de las sombras. No queriendo conformarme
con el desánimo de una tarde nublada te propuse un paseo para decirte que me
gustabas, pero antes de abrir la boca me abrazaste cuando sentimos caer las
flores ‘paraíso’ de los árboles sobre nuestras cabezas; preludio de una
tormenta que crecía empujándonos con viento y lluvia de vuelta a casa. En el
horizonte tronaban nubes grises pero nos plantamos, y abrazados recibimos un
chaparrón frío que nos empapó en unos segundos y tú no podías parar de reír. A
veces me dejabas alucinado con tu inocencia que, de repente, demostraba la bondad
de tus sentimientos más allá de las palabras. Tanta ternura al agarrarme con
fuerza para mantenernos en calor desinfló cualquier preocupación por lo que
estaba sintiendo, en mi mundo estos pequeños baches eran como un poema
melancólico. Y, bueno, bastó con acariciarte el rostro y mirarte a los ojos
para comprobar tu alegría sincera. Tu sonrisa me confirmó que no necesitaba más
pruebas para saber que me deseabas. No sé por qué había dudado cuando, en tantos
días de lluvia, no habíamos perdido la oportunidad de coger la puerta y salir a
la calle para compartir un brinco que nos sacudía el alma o una emoción
efervescente. Como en este paseo en el que milagrosamente hemos vencido a la
tormenta abrazados y la hemos transformado en un atardecer de nubes pintadas de
naranja. Y rodeados de aquella maravilla de luz abriéndose camino nos damos
cuenta de cómo nos estremecemos de ilusión cuando estamos juntos. Ya no
sentimos frío ni sentimos la ropa empapada sino una humedad tibia y dorada que nos
excita. Nos hacía falta más calle pero no de fiestas o verbenas sino de pasos, de
suspiros, de roces, de rincones plagados de besos.
2 comentarios:
Vencer a la lluvia es un triunfo que sólo con la fuerza de dos personas es posible. Y una vez realizada la hazaña, es necesario construir un refugio porque las lluvias siempre vuelve con su viento huracanado que todo lo destroza.
Un abrazo a la espera del monzón.
Gracias por tu comentario Moisés, hay que construir creo un refugio dentro de uno mismo y compartirlo. UN abrazo
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