21/7/09
Márcame el ritmo
Mi gran admirado Kerouac escribía casi sin pensar, como siguiendo los pasos del ritmo de una improvisación de jazz. Aporreaba las teclas juntando palabras, permitiendo que la esencia de lo oculto brotara entre esa riada de creación. Hace tiempo que quiero seguir este modelo para esquivar los filtros del pudor y de la educación que me bloquean y me hacen medir mis palabras. Quiero escribir como el viento, hacer como este genial escritor que se dejaba llevar por una borrachera de éxtasis y soltaba todo lo que le pasaba por la imaginación. Después rompía lo que no le convencía o lo que se alejaba de la armonía de la composición. En toda creación moderna es importante saber deslizarse, expresarse en un ritmo fluido, a nuestro alrededor todo es velocidad y para comunicar algo hay que hacerlo rápido ¡Al grano, amigo! Por eso es mejor no perder el tiempo en decir que soy un puto egoísta que desea escucharte pensando que me amas incondicionalmente. Y preocupado como estaba por cosas absurdas como descifrar el lenguaje de tus tripas descubrí con emoción que mis caricias te producían alteraciones. Las discusiones como pulsos, las inclinaciones secretas al masoquismo, no hacen otra cosa que despistarte de lo que verdaderamente está sucediendo en tu vida. Dices que prefieres estar a solas pero las emociones más potentes brotan de incógnito, son como estrellas fugaces que se sirven del inconsciente para alterar nuestro organismo sin que sepamos a ciencia a cierta por qué. Y yo las he escuchado dentro de ti, están ahí, las siento. Se despiertan cuando una caricia te hace el detector de la verdad y, como una descarga magnética, tu piel reacciona al suave roce, algo se mueve dentro. El mundo va rápido pero al mío le marca el ritmo tu corazón y por eso entiendo que no importa que todo me tome delantera. Sé que cuando pueda me prestarás energía posando tu mano en mi lomo. Sin palabras darás la orden para que me convierta en un piloto de Fórmula Uno, la furia de los tíos, y llegaré a tiempo de marcar el registro de cualquier persona ambiciosa, pero sólo porque me animes porque no hay meta que me interese sintiendo tu calor en la oreja. Yo que me senté en un escalón para contemplarte, lleno de miedo y ahora veo marchar la vanguardia sin mí, no me importa, escuchando el ruido de tus tripas no percibiré el atronador relámpago si la bóveda del mundo se desploma, más no importará que no lleguemos o que lleguemos los últimos si podemos redoblar nuestros latidos a nuestro capricho, una semana serán cinco minutos…
Fotografía de SPENCER TUNICK
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3 comentarios:
chapeau....
orecioso...
Pues sí, un relato río, en el que te has dejado fluir, ejercicio interesante y bello, tu admirado Kerouak estaría orgulloso.
Un abrazo.
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