13/9/09
Blues de barrio
El juego y el cuento aliviaron todos aquellos terremotos emocionales que sucedieron en un entorno en el que poco se podía aprender pues, joder, estaba solo, con lo puesto, rodeado del terreno baldío de un Polígono que se desmoronaba por la crisis. Y entonces, cansado de esperar en una habitación vacía, un día se hace la luz como se crea el universo de la nada y se te ocurre mezclarte con el mundo a través de las personas que poblaban el barrio con las manos en los bolsillos. Te paseas por tu entorno tocando tu blues, primero como un eco (estoy aquí, existo) poniendo el alma y la melodía quejosa de mi existencia después. Grandeza que me daba ser capitán de mis circunstancias, tanta soledad me daba derecho a presentar con deseo la tristeza. Conocí a Pedros, Juanes, Antonios y Pacos. Conocí Lolas, Marías y Virtudes. De ese lado sobretodo virtudes. Pero mi blues tornó un 'solo de trompeta' sobre las casas de aquella pequeña ciudad. Barrunté con coraje al entender que no tenía voz ni voto pero derramé lamentos sobre la calzada, por lo menos, para dejar el rastro de mis atractivos particulares con quien más decididos me acogían. Con ellos, siempre inagotables en su elemento calle, era posible ganarse muchas batallas porque cuando desplegaba mi repertorio de sonidos de buen chico, tierno y viciosamente mordaz, sabía que tenía ganado el galón de gasolina. El ritmo pausado cayendo lentamente cubriendo el barrio con un manto. Y todo sin necesidad de abrir el corazón de par en par pues no podía permitir que nadie comprobara su autenticidad ni que lo atravesaran con una lanza por sentirlo débil. Desde la cornisa de un edificio pronuncié con mi trompeta el único nombre que me dejó huella. Tu nombre rotundamente en el barrio porque era joven y bello y así volaba con las alas que me daba el aire de los pulmones. Creaba con mis caprichos tormentas de aire y saliva, lanzaba sonidos destructores cuando alguien me decepcionaba, fulminaba con una advertencia acústica (como si mi odio fuera a hacer daño y qué poder parecía tener siendo tan ignorante, pero lucía una perfecta piel de melocotón) No había enemigo que no se rindiera a la fortaleza de la ignorancia adolescente. Con ganas de seducir, sin sufrir arañazos en el corazón (si lo tenía o no era cuestión de fe) decidí mancillar mi cuerpo una y otra vez, porque estaba convencido de que era mejor pervertir aquella pureza que ocupar tronos sin placer. Que más dá, mi blues era elástico, mierda de la buena que no necesitaba ganarse con trabajos forzados el crédito, sólo le bastaba una exhalación, de esas de abajo a arriba. "Mi alma es ahora tuya aunque miraba más tu cuerpo cuando te sentía temblar debajo de mí, lo siento baby, elegí la soledad. Bajo la gran cúpula de la prospera explotación sexual, en la que me quería embarcar entregando el cuerpo, no pude ver mi pequeñez…"
Foto de Raymond Gehman/Corbis
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6 comentarios:
Intenso relato. Me dejo enganchado
Éxitos Manu
Gracias Ki, me alegro. Éxitos también para ti
Basta decir que he podido escuchar el blues, ese blues de la calle lastimero y efímero pero que sin embargo te llena el alma.
El blues de los deshereados por el despecho...
Si, Deprisa, acabo de verlo otra vez, he paseado por el barrio y cada vez hay más gente con las manos en los bolsillos y mirada triste. Ahora tocan las canciones del alma para tirar. Gracias por tu comentario. Un abrazo
ME gusta leerte y descubrir trayectorias lectoras que se entrecruzan, expresiones que siempre he querido utilizar en tus escritos y que en mis dedos no parecen auténticas.
Tu relato tiene sabor a una Nueva Orleans habitada por Chinaski, olor a calor sucio y afilado.
Me encanta como escribes.
Muchas gracias Argax. No hay mucho espíritu de Nueva Orleans por estos lares de "calor sucio", no hay voz rasgada pero algunos, oye, es como si quisiéramos beber del Mississipi. Gracias por enmarcar tan bien lo que escribo. Un abrazo compañero
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