Sin prejuicios
Del rollo del pensamiento cotidiano salvar la música de fondo, cometer pecado si algo queda del temor al castigo, al odioso arrepentimiento. Antes de que te digan “ya te lo dije” las frutas caerán maduras y las tomarás en tu mano y viendo lo que has conseguido comprenderás que, bueno o malo, aquello es tuyo. Éxito o fracaso, orgullo o vergüenza de tu familia, da igual, serán como tus hijos, y más tuyos serán cuanto más te liberes de temer los prejuicios.
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