6/7/15

AHORA O SIEMPRE

Muchos momentos agradables viviremos que serán recuerdos. Las melodías quedarán registradas a pedazos, la seda del piano y la fuerza de la trompeta me envolverá mientras acaricio tu mano sobre un mantel de hilo como un eco sensible, tal como lo hago ahora. Me hablas de tu infancia y como brochazos van apareciendo imágenes parciales, la memoria a trozos. Recuerdo niños trotando en el campo, detalles de jerseys rallados, azules y rojos, alegría sonora en las risas, dulces aventuras imaginadas sobre el verde ocre del campo. Y mirando tus ojos como un niño me siento.
Cuando me siento niño recobro esa idea y aquella felicidad renace por unos breves segundos. Queriendo siempre ser grandullón ahora deseo la infancia atesorada a cada momento. Que me estallen desde dentro esas burbujas de amor que sentía entonces y me provoquen ahora ondas de placer es el milagroso reencuentro más apasionante que se puede tener con uno mismo. Pero respirando el presente. Sentir los impulsos mientras suceden las cosas y no después, porque es fuerza pura e inocente que no atiende a desconfianzas y es lo mejor que se puede dar porque se regalan sonrisas y miradas increíblemente frescas, se deja escapar un ohh y una pregunta sin repuesta que no importa porque sucede entre tanta cuestión, que es lo que importa. Y los compromisos de la madurez son más propios en los debates de la razón y es más arrebatadora tu voz que me hipnotiza ahora.
Y sucede que me deslizo como una serpentina, cruzando el sonido de tu voz y unes tu lengua a mi mundo, tan apasionante también porque tiembla contigo, con sus propias explosiones internas. ¿No es eso brillante? Cantar, bailar juntos, sentirnos como niños pero recuperarnos en la madurez, reconocernos en otro viaje que se vuelve sensual e irresistiblemente atractivo. Olvidados los pensamientos.

Recoges tu copa, la luz violeta del local se filtra en el cristal y recorre tus labios, que se posan para recibir un último trago, me miras, pestañeas y generas esas explosiones internas que tanto gusto te da agitar. Te levantas me das la mano y me dices: ‘No dejes que cierre los ojos esta noche como no sea para sentirte’.


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