11/2/16

VIBRACIÓN DE FONDO

En ese velador con vistas se sienta un caminante con ansias de coincidir y podrán pasar muchos rostros en el asiento que da la réplica. Ojos verdes, ojos marrones, ojos azules escuchando cómo cuento mis historias mientras sonríen. Mis oídos afinando para comprobar si tu voz es la voz que me habla íntimamente desde hace tiempo, que suena firme pero dulce como una melodía. Mi deseo pendiente de si tus manos son de las que despiertan instintos con caricias en el rostro, si recorrerán con un gesto la distancia que nos separa. Conversaremos para conocernos mejor aunque quizá no hagan falta tantas palabras. Quizá sea suficiente que eleves mi sensualidad con una mirada, un suspiro, con la yema de tus dedos. Sería afortunado si sintiera tu estremecimiento sincero por mi cercanía, volcada por el interés que ha provocado mi imaginación. Si compartimos ese halo brillante no importará el entorno pues solo se filtrará el reflejo de las luces y de los sonidos. No nos distraerá lo acertados que estemos en nuestras palabras, las historias que compartamos, pues esa sintonía la hemos descubierto por vibración de fondo. Y ya del entorno sólo notamos la noche reflejada en nuestros ojos, sólo la música que pone un ambiente especial en un rincón luminoso. No hay silencio que estropee ese impulso compartido que sentimos secreto pero que transmite telepáticamente el deseo de lanzarnos. Y pondremos nuestros sentidos a trabajar. Puede que se nos escape una sonrisa tonta pero fulminante, puede que un roce involuntario de rodillas nos haga escuchar campanillas y sentir como el calor asciende hasta nuestras manos. Todo lo que necesitamos es esa llamada del instinto que nos dice que merece la pena perderse y olvidarse de cualquier plan. Tomas mis manos, mi fuego recorre tus venas y tomamos nuestro deseo que ya la razón se encargará de asimilar que nos estamos dando aliento sin atender a razones. Podría haber ocurrido donde sea, cuando sea, pero es en aquel momento y es una locura dejarlo escapar. Un momento que nos lleva donde no importan análisis sino ese baile de delirios placenteros y sorbos de cerveza. Ese viaje de perder la mente como prometía el ansia nos ha llevado hasta allí. Así es como nos ponemos el mundo sobre los hombros los amantes solitarios cuando prospera el placer de coincidir.


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