15/4/09

Dame un paquete de pipas


‘Y menos grave, batracio. Y más clarito. No hace falta tantas palabras para contarlo, menos rodeo, borreguín’, me dice el crítico que llevo dentro. Ja, como cuando empecé a escribir y reuní setenta folios de una historia, bueno, de lo que creía que era historia porque me puse manos a la obra sin hacer un planteamiento. Y llegó la hora de revisar y corregir, y sorprendido me di cuenta que había compuesto un soliloquio de pensamientos sobre el bloqueo. La historia de un muchacho que descubre la vida cuando se fragmenta su idílico hogar, cosa tan poco original, había quedado sepultada por un muro de ladrillos que se derrumba al tocarlo suavemente con las manitas. ¿Y ahora una metáfora para decir que te diste de narices con el aislamiento? Pues bueno, aterrado me puse a limar como un loco y la misma tarea se convirtió en un debate interminable conmigo mismo ¡Cielos, estaba calentando la silla con el roce de mis posaderas, intentando buscar un hueco! ¿No era eso mismo un síntoma? En un momento de lenguaje corporal 'fras fras' se puede decir más que con cientos de palabras pretendidamente esclarizadoras. Y es cuando te das cuenta de que algo personal se está entrometiendo en tus escritos. Y te cagas en todo lo que se menea porque tienes que despedirte del personaje por un buen rato. Coges las llaves de casa, te planta unas gafas pantalla, unos vaqueros gastados, un poco de desodorante por este lado, otro poco por este otro y pam, pam, pam, catapún, te plantas en la calle con unas expectativas gordas de no se sabe qué relacionado con desahogarse. Caminas lentamente, dándole patadas a las piedras, es más, abusemos de la metáfora, quitando con tus propias manos trozos de muro de piedra. Y compruebas que con cada paso puedes ir hinchando mejor el pecho, inspiras, respiras. Según caminas vas pensando con más claridad y te acuerdas que en la tienda de ultramarinos hay una sonrisa bonita que te relaja ¡No necesitas nada pero dándole vueltas te sacas de la manga que te apetece pipas! Merece la pena, es un módico precio por una sonrisa. Compras tus pipas, recibes la sonrisa y tienes la suerte de que cuando vas a pagar rozan tu mano con delicadeza. Satisfecho, abandonas la idea de coger un pedal de cervezas y esa noche no terminarás haciendo gluglú, te sentarás frente al ordenador para seguir escribiendo…

6 comentarios:

LatitadeAlmendras dijo...

me gusta esto que has escrito.

"En un momento de lenguaje corporal 'fras fras' se puede decir más que con cientos de palabras pretendidamente esclarizadoras" una verdad como un templo de grande

mua!

Ingrid Dietrich dijo...

Demasiado tiempo para pensar, para sacar de cada gesto todo su jugo, para volver lo insignificante sigificante, para torturarte en tus altas cotas de exigencia contigo mismo y con el mundo. Regálate esa sonrisa cada día, mírate al espejo y regálate una tuya también. Eres hermoso amigo mío, te admiras, pero no te ves, quieres un camino sin escollos, pero tú los armas como un castillo de naipes ante los que pereces. Y luego revives con solo una caricia, eres el protagonista detu propia historia y como narrador omnipresente y omnipotente te condenas y te salvas, en tu montaña rusa. Anelas la compañía compatible y soñada tanto que te duele, y no me canso de decírtelo. Búscala y cuando la encuentres tómala fuerte entre tus brazos y no te pierdas en galimatías, en soledades conocidas ni en miedos sabios.
Un beso enorme y ánimo

manumara dijo...

Si, Latita de almendras, el lenguaje corporal es el retrato, creo que no hay nada que se acerque más a la verdad, las palabras y los argumentos, bla, bla, pero luego están esos ojos, esa postura de brazos o piernas, la distancia, buf. UN beso

Qurida pantera, demasiados pensamientos, sí, pero prefiero conservar este tipo de pensamientos que otros más feos. Mientras que le siga dando vueltas a lo del amor no pienso en la crisis. Ahora, lo de buscar, buscar...pff, qué pereza buscar otra vez, no se, creo que me entiendes. Pero tomo tus palabras como aliento y en tu generosidad sí que hay hermosura. UN beso

Argax dijo...

Y es que controlar el empecinamiento es una virtud, una habilidad difícil de conseguir.
¡Qué bien sienta a veces salir! dejar reposando las obsesiones y darse cuenta a la vuelta de la solución sencilla que se nos negaba antes de haber ido en busca de esa sonrisa tranquilizadora o de lo que cada uno haya podido encontrar ahí fuera.

Un abrazo.

Lolíndir Palantír dijo...

buenas tardes......no entiendo bien si es la persona que entorpece el escritor o es el escritor que entorpece lapersona...... en fin supongo que tus exigencias como escitor son muy altas al fin y al cabo es tu profesion, y el soliloquio de un muchacho en un querido aislameiento refelja tus propias vivencias no?!? pues adelante lima lo que has de limar pero no quite ni pizca de lo que escribes, y si el resultado va a ser otro escrito del desasosiego, que así sea, mientras no sea otra hazaña de Don Manu Quijote...todo llega en esta vida, si se proyecta hacia fuera tu ser.

manumara dijo...

Ay Argax si no fuera por los alivios. Ya sabemos de los alivios, lo que ayudan a ver las cosas desde otra perspectiva. Ya he visto alguna de tus escpadas por carreteras secundarias en tu blog. Eso es un buen alivio también, jo que tranquilidad y qué verde todo, respirar profundamente ahí, qué gozada. Sigamos permitiéndonos alivios hasta que llegue el momento de darse un atracón de gente en la calle. Que de vez en cuando tampoco viene mal. Un abrazo.

Lolíndir, qué pasa chulo, qué tal la Gran Manzana, anda que, ésa es una gran escpadad también. Aunque te habrás reafirmado en la verdad absoluta de que como aquí no se vive, jeje. En este caso la persona se entromete en la historia y te pone trampas y tus cosillas te separan de tu personaje, que es como tu colega pero eres tu. Se que la proyección al exterior es necesaria pero al que le gusta escribir tampoco le viene bien proyectarse demasiado, no se, me gustaría vivir la vida y escribirla también, y eso requiere algo de soledad ¿alguien tiene una balanza? UN abrazo