Mi placer,
cuánto de bueno sería estirar esta capacidad, sumergirme en un estado
permanente de satisfacción, desarrollando afectos y sentimientos positivos pero gozando sobre todo de mi vida. Estoy por
convencerme de que es la mejor forma de existir y la mejor forma de expresarlo.
Veo al alcance poder comunicar y transmitir, veo la apropiada dirección de
construir el presente con lo que se tiene al alcance. Voy aprendiendo siempre se puede
sacar algo positivo de las circunstancias. Es mejor buscar el placer y amar, amarse sobre todo. ¿Quién si no?
Necesitaba
un refuerzo, un reconocimiento, no sé si alguna estatua o una medalla simbólica. Lo busqué, pero sólo me sentí galardonado cuando empecé a
admirarme desde abajo del pedestal. Me ví y me dije ‘pues tampoco me merezco que me maltrate’,
me quiero, y entonces solté dos lagrimitas por mí y por mi historia, que ya
pocos conocerán probablemente en sus justos términos, pero que es de emocionar
por las dificultades que he superado, casi sin testigos, a veces
apoyándome en las letras y las palabras. Y siento como emociones ampliamente deseadas comienzan a echar brotes verdes. Vida, nueva vida.
Las
emociones, que inmensa locura, que agitación, siendo reservado, que agitación
interior, desde luego. Y menos mal que después de tanto meneo en la cabeza llega
un día y sin saber porqué haces ‘click’ y empiezo a girar el barco hacia aguas
más templadas y me puedo empezar a sentir, a sentirme satisfecho. Veo que tengo un capital
inmaterial, que he conseguido cosas que caben o no caben en una habitación pero
que tienen un amplio trastero en la memoria. Me siento afortunado de que la esperanza nunca me haya abandonado y es así, en ése impresionante velero vergantín, como entro en esta nueva ciudadela brillante de vida, renovado y lleno de deseos...
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