Sucede que
llega un momento en que te das cuenta de que el ideal del amor tan elevado no
era una particularidad mía, algo que me hacía especial del resto del mundo.
¿Tenía eso un fundamento razonable? Probablemente el foco de la inocencia,
llevado más allá incluso de su edad natural, la adolescencia. La sospecha es
que soy un ser humano más pero saberlo me hace invencible, al contrario de la
vulnerabilidad que esperaba sentir. Se que soy un hombre corriente, pero
reconocerlo reafirma mi valor, porque de ahí para arriba con la imaginación y
el corazón. Huyendo de salvajismos, de los que por supuesto es capaz el Hombre,
proseguir el viaje hacia mi humanidad…
Iniciar el
progreso como yo entiendo. Esto no es América pero es un mar de vida tranquila
y pacífica. Hubo un tiempo que desee tocar una gran estrella, que me irradiara
su locura de fotones furiosos, aupándome con la fuerza de mil volcanes, pero mi
deseo siempre fue terminar cayendo suavemente como una pluma, deslizada con un
leve suspiro, para posarme sobre un lecho de hojas o sobre la arena del mar.
Amar era mi destino y me desesperaba que pasara el tiempo y sólo hubiera vivido
fuegos artificiales. Pero no conocía el amor tranquilo, no sabía que se podía
aspirar con mesura a tan deseado estado de bienestar…
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