Sentirme
reconocido por fotos pseudo artísticas y por un talento para escribir que ya
siento seguro. No hay nada como recibir elogios y los quiero, me alimentan, me
animan, me salvan por fin. Solo tuve que aceptarme y callar las críticas que
sentía como ajenas pero que estaban ancladas en mi pensamiento. Y esta
corriente que me da aire para imaginar, para creerme, para creérmelo, me beneficia.
¿Por qué seguir desconfiando de mí? No quiero autocríticas, mucho menos porque
sé por donde pillarme. Caer en un estado de aceptación es tan maravilloso, veo
con esperanza que no hay riesgo de congelación de mi corazón, no ha habido
anestesia de sentimientos. Me hice duro para superar miedos y evitar heridas.
No recuerdo aquella explosión que me hizo desconfiar tanto de mis sentimientos.
Bueno, pero ese tobogán ya no lo tomo, pues lo que me emociona ahora es
sumergirme en la dicha.
Mi corazón
recupera su nombre desde que lo decidí y solo encuentro buena fe, la promesa de
buena gente en el camino, buen rollo. Lo devolveré con creces, mundo, si sigo
sintiendo esta dicha, que aprovecharé bien porque, al fin y al cabo, lo que
importa es el sabor del ahora. Avanzaremos sin miedo a caernos, aunque sea por
aquí.
Dibujaré
con colores de la imaginación y la fantasía la fiesta que tendremos todos
juntos. Dibujaré los límites de cualquier precipicio, pintaré los vacíos con
decorados de cartón, como los de las películas de la época dorada de Hollywood.
Y así no habrá precipicio, habrá un tesoro de panorámica pintada con colores
pastel donde podremos contemplar el mar y la arena en colores vivos o la vegetación
de la selva. Viva la vida, amigos y hermanos, alrededor del mundo. Una pequeña
parte de mí es de vosotros y por este río fluye con mucha ilusión. Gracias.
Esto no es Holywood, ‘This is not América’ pero cha lalalala, cha lalalala, cha
lalalala…
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