Las
lágrimas doradas de las velas dibujan sonrisas naranjas, diamantes en las
pupilas de los ojos. Dos cuerpos cada vez más cerca entre claroscuros. Las
emociones escapándose de los dedos, de los labios, los besos explorando la
superficie de una piel finísima que se torna granulada, la erección de cada
poro me demuestra que te estás entregando más allá de lo que dicen tus
palabras. Te escribo esta declaración de pasión sobre tu espalda, con tus
maravillosas nalgas coronando mi deseo, como colinas que tiemblan cuando paso
la mano. Me agarro a la existencia de esa belleza suave para describirte cómo
me llena de paz este deseo y cómo me altero al sentirte temblar junto a mí.
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