Desde que me centré en ti, prólogo de un sentimiento,
caricias son tus palabras cuando apagas el mundo y te acercas a mi oído
susurrando. Confiesas lo bello que me encuentras recostado en la pradera del
jardín de las delicias, donde todo reluce dorado por un sol de rayos
horizontales. La luz de fuego naranja que seduce e hipnotiza cae sobre nosotros
y nos descubre un ambiente de páramos plagados de sátiros y duendes desnudos. De
magos y brujas que reparten licores y pócimas que evaporan la poca razón que
nos queda. Brisas afrodisíacas remontan las verdes laderas y nos alcanzan
mientras derrites mi boca cuando introduces suavemente tu lengua. Buscas
hechizarme mientras reyes y caballeros se pelean por un reino de diamantes en
el que abrimos una brecha con nuestro exilio de pacífica sensualidad. Bocados en
la piel para erigirnos en un lecho circular que brilla en la oscuridad como una
maravillosa estrella roja fugaz. Las sombras de la noche no nos alcanzan porque
nuestros ojos recogen la vía láctea tiñéndose de plata y allí queremos
dirigirnos. Aspiramos néctar de oxígeno estirando nuestros cuellos por si el
amor flota en el aire y podemos impulsarnos con un brinco. Agarrados al cielo
le damos razones al tiempo para que brille como el oro terrenal y lo entregamos
todo al crédito de la pasión que nos eleva por un camino de plata. Todo. Los
secretos, el espíritu, los regalos del deseo que habíamos estado guardando bajo
siete llaves son entregados entre caricias. Tus movimientos me atrapan, promesa
de que me vas a diluir en el cielo, de que vas a escuchar mi alma latiendo de
orgullo sobre tu pecho abierto. Y no hay lugar para ascender a la gloria como la
espiral que compartimos flotando y que nos conduce a un país de maravillas
arquitectónicas diseñadas con nuestros cuerpos.
2 comentarios:
prendido a tu poesia....
Un placer, gracias.
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