19/9/08
Preludio de otoño
Anochece más temprano, el estío pasó sin novedad. Ya hace años que no espero el amor de verano, ahora soy más de esperarlo en el otoño, que es la antesala de las noches en casita por el mal tiempo, el deseo de refugio, y qué mejor refugio que los brazos calentitos de alguien, que los susurros en el oído. Una copa, dos cuerpos desnudos, un par de películas absurdas de acción, de las de no pensar, de esas que te ríes de lo malas que son y de las que se sacan incoherencias como pasatiempo. Mientras las caricias van calentando el horno del plato fuerte de la noche. Los pies no dolerán por que no has salido pero al día siguiente tendrás agujetas en la lengua y en cualquier otro sitio que hayas ido a buscar profundidades. Y a pesar de que hayas recorrido centímetros de carne dulce y amarga también te has adentrado en zonas emocionales, has visitado momentos de quien te abraza y quien lo hizo ha contemplado los tuyos. Al día siguiente, cuando paseas solo por el parque, sigues oliendo a otro cuerpo a pesar de haberte duchado y sonríes por mucha melancolía que pueda provocar darte cuenta que las hojas de lo árboles comienzan a caer y que anochece más pronto…
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