8/9/08
Tendiendo puentes
Hoy salí a pasear buscando esa sensación de disfrutar del día, de la calle, para aliviar la densa nubosidad que se crea cuando se sale poco. Tenía en la cabeza fijarme en todo, respirar profundo, apreciar los rincones de esta ciudad que se deja de observar por la vida rutinaria. Miré la catedral como si fuera un turista, intenté captar postales de rincones para conservarlas en la memoria. Me hizo gracia el contraste entre sus muros milenarios y el moderno tranvía sevillano. Entre idas y venidas a mis pensamientos rodantes me di cuenta que mirar calles y rincones era lo habitual ¡Joder, me estaba olvidando de la gente! Qué digo gente, es muy general, me estaba olvidando de las personas. Así es tan difícil tender nuevos puentes, con lo que me gustaría conocer siempre nuevos amigos. Pues hice el esfuerzo, joder, y me llevé una sonrisa de alguien que, simplemente, iba caminando en la misma línea que yo. Qué atractiva sonrisa. Nos tendríamos que haber detenido ¿Verdad? Después en aquella librería moderna de la Avenida de la Constitución ya fue más difícil tender puentes, todos estaban tan ensimismados en sus cosas. En una librería ya es más difícil hablar y eso que estás rodeado de temas de conversación, quizás porque es más evidente que si hablas hay flirteo, y esas cosas o dan corte o no se pueden hacer porque está fuera de situación. Librería, ver libros, leer algo pero…¿ligar también?
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