27/10/08

¿Dónde está el monstruo ahora?

Y hoy qué, jejeje, me duele un poco el cuerpo porque me he machacado en el gimnasio y después de comer, como se estropeó la caja tonta, me eché una siestecita que me ha dejado ‘baldao’ (esta palabra no se puede escribir de otra forma) Como en los sueños siesteros no se cae tan profundo pude recordar que viajaba en ese magnífico autobús que Tom Wolfe describe con maestría en su ‘Ponche de ácido lisérgico’. Libro que me está haciendo vibrar como pocos y que me despierta una sana envidia, unas ganas de terribles de accionar la palanca de la máquina del tiempo y ponerle rumbo a mediados de los años sesenta en San Francisco. Menudo viaje interior y exterior en los viejos caminos de la América profunda. Pero eso es pura fantasía. Despierto ya, me pongo en el ordenador y escribo: Los lunes me aburren, me arrastro durante el día después del nerviosismo inicial por hacer cosas. Empieza una semana y sales con ganas de hacer cosas en este mundo porque es un día para empezar pero te encuentras que no te dejan hacer lo que quieres. Lo que yo querría es un mundo en el que te dedicas a una ocupación que te gusta, un mundo donde hay lugares públicos de trabajo y gente con ganas de hacer proyectos, que saben además que se pueden hacer porque te van a dar libertad y nadie de arriba se siente amenazado porque quieras innovar (cuantas veces hemos oído eso de que las cosas funcionan así, cuántas veces lo hemos asimilando entendiendo que se podían hacer mejor pero que es una forma de blindar el poder, su poder) ¿Y quién no deja? Pues el mundo, la sociedad, el sistema, el capital… podría decirse pero bah, chorradas. Éste es el mundo que hay. Leo el otro día la definición de contracultura: ‘Se denomina contracultura a los valores, tendencias y formas sociales que chocan con los establecidos dentro de una sociedad’ (Wikipedia) Y me deja preocupado la acotación que hay a pie de página: ‘En infinitas ocasiones los movimientos de contracultura han sido absorbidos por la superestructura, que los desactiva, convirtiéndolos en modas inofensivas. En estos casos, resulta equívoco seguir utilizando el término, pues los movimientos así asimilados forman parte, en calidad de "subculturas" o subproductos, de la cultura dominante y no se contraponen a la misma’. Ahí está la solución a la pregunta que me había formulado tantas veces sobre el movimiento hippie, el flower power, el triunfo del amor, la paz, la libertad individual y sexual. ¿Por qué algo tan atractivo terminó vencido por la resaca de las drogas? Pues ahí lo tienen, se la pusieron en bandeja, la cultura dominante lo hizo para absorverlos y los que no terminaron locos se hicieron ejecutivos y empresarios de ese circo. El monstruo de grandes fauces, otra vez, sí. El monstruo de grandes fauces que todo lo devora para que sigan funcionando las cosas como están (mal) También supe que al movimiento punk le pasó algo parecido y que hoy en día son poco más que una estética y un mercado para la música. Y digo yo: a los tiburones que se han dedicado a ganar dinero a espuertas estos últimos años y nos han arrastrado a una crisis ruinosa, diríamos que en el juego legal más ilegal del mundo, con sus activos tóxicos, sus hipotecas subprime, jugando a ser los amos del mundo con su codicia, a éstos ¿Quién los devora?¿Nadie los va a reciclar? Parece que sólo han recibido más dinero porque si no se salvan nos hundimos todos….pues ¡a tomar por el culo¡

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