12/10/08

La fórmula

Tengo que pensar sobre escribir cosas optimistas y frívolas, por los que me puedan leer y por mí mismo. En qué dirección quiero trabajarlo, de dentro hacia afuera podrían salir preocupaciones por cuestiones no resueltas, negativismo, tristeza por soledad, etc. Y entonces el efecto encontrado sería desmoralizador, pero de alguna manera forma parte del camino del conocimiento. Si trabajo de fuera hacia dentro tendría que centrarme en cosas motivadoras desde luego, pero a lo mejor podría perder algo de inquitud por investigar. Al menos siempre he creído que el autoanálisis es bueno para mejorar, siempre que se puedan reconocer los errores pero también los aciertos. La verdad es que soy mucho de machacarme con lo que hago mal y, claro, la balanza se desnivela. Hace días, sin embargo, que intento estrujarme la sesera para poner en el platillo de la balanza las buenas acciones y descubro que son más bien de índole espiritual, difíciles de apreciar, tanto que parecen corrientes, lejos de los gosozos éxitos materiales pero están ahí. Sólo que fácilmente las olvido. Ahora mismo tendría que pensar un momento, levantar las manos del teclado para citar a alguna... Sí, ya lo tengo, he aprendido a sentir, a emocionarme, pues hay veces que me sorprendo notando la humedad de una lágrima que se forma con una emoción. He aprendido a querer a los míos, a defender lo mío, ya no busco ser rebelde a los prejuicios de mis padres. Eso hacía falta cuando estaba en formación y mis ideas ya están maduritas, no hay peligro de regresión. He aprendido a no buscar desesperadamente otra forma de amor porque quereme y querer a los míos es la fórmula que tanto había deseado descifrar para poder encontrarlo con alguien desconocido. No estaré pendiente de eso, me cogerá desprevenido, por lo tanto sé que está al caer... por fin.

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