7/1/09

Me volveré pez


Cuando me he sumergido en aguas procelosas ha sido por desdén. Buceaba entre corales venenosos hasta casi perder la consciencia por la falta de oxígeno. Dejaba de nadar y caía como cae una hoja en un día sin viento hacia el fondo marino. Confiaba ciegamente en el instinto de supervivencia que me hacía dar una pataleta y revolverme para coger impulso hacia la superficie. Pero debo tener los pies de plomo ya. Le he cogido gusto al ruido del silencio, a la presión en los oídos, a la quietud de las profundidades cenagosas. Me distraigo peinando las algas, contando las burbujas que me quedan antes de llegar a la asfixia, pero la sensación de ahogo ya no llega. Antes dejaba flotar a mi cuerpo elevándome para buscar el alivio. Como un corcho me dejaba arrastrar por la corriente hasta conquistar la superficie, parecía estar muerto pero buscaba el picor del sol en la cara, el reflejo dorado en las ondas me revelaba el secreto de la paz. Y comprendo que después de flotar tanto sin importarme a dónde me llevaba la marea haya perdido el rumbo. Y la tentación es profundizar, sentirme cómodo en el líquido elemento. Descubrir si existen los tritones y las sirenas porque navegué durante décadas y no pude escuchar la voz de Dios, que no estaba en las nubes, no hablaba por el sol. Dejó que me perdiera sin encontrar la orilla. Ahora temo que, por no esperar sorpresa, algún día me pueda ahogar de tanto abusar o pueda desarrollar branquias y huir definitivamente de la civilización. Cada vez encuentro más placida la profunda soledad del fondo marino. Y en las profundas zambullidas sólo se puede pretender encontrar una perla, el cofre del tesoro, pero la sal del entorno y la falta de oxígeno teñirán de verde mi piel, los crustáceos se adosarán buscando una híbrida colaboración, puede que pierda la belleza de la apariencia humana. Veré los barcos pasar y dejaré de pedir auxilio porque mi sangre se ha ido enfriando y los delfines me parecen ya más simpáticos que los marineros. Me veo boqueando, olvidando respirar. Protegiendo mis ojos con otros párpados. Los dedos de mis pies perderán su independencia y mis brazos empequeñecerán cansados de no abrazar más que arena. Como no sea que me pesquen, como no me arranquen con una red de esta plácida existencia, me volveré pez…

8 comentarios:

Mysia dijo...

Elegiste la foto del pez a propósito? Vamos, pregunto si t imaginas conviritiéndote en ese pez concreto xd.
Mola como escribes.

Anónimo dijo...

Si, la busqué y es el pez que me gustaria ser ;) Pero ahora que lo piendo a lo mejor llamaría mucho la atención a los depredadores. Muchas gracias Mysia. Un abrazo

Ingrid Dietrich dijo...

Querido Mio, por este camino o llegas al Nirvana ó terminas perdiéndote del todo, y creo que más lo segundo. Esto de trasnformarse en pez es como idiotizarse a posta... Que eres muy intenso sí, eso te da como contrapartida sentir el dolor muchísimo, pero los momentos felices ¿Qué? Esos ls disfrutas como nadie, que todo tiene sus dos caras y que nos encantría estar bien siempre, pero lo que nos toc son cinco minutos cad diez años. Que en ciertos aspectos incomprendido... Somos unos cuantos los de este club. Que te han tomado el corazón y te lo han pasado un dos tres por la picadora Moulinex... Sí, vale. Pero esto me parece más un refregotearse en la basura y sentir el placer de la autocompasión... Y no te va... Prueba a cambiar de charca hasta encontrar un microclima que vaya contigo... A ser algo menos exigente contigo y con lo que te rodea... Hz Budismo! Pero déjate de peces por favor.

Anónimo dijo...

Gracias pantera por estas palabras de aliento, lo cierto es que el pez no me parece un animal tan tonto y prefiero convertirme en pez que en cucaracha, por ejemplo, como tan bien relataba Kafka en ´La metamorfosis'. Si has leído este libro entenderás que la transformación del protagonista es involuntaria y surge como reacción a unos procesos sociales que aislan al individuo. Muchas veces notamos que éste no es nuestro mundo, y que cambia en una dirección mientras que nosotros cambiamos hacia otra, para la supervivencia el reino animal busca la adaptación. Y eso es lo que busca este personaje, quizás sí un microclima, como dices pero siempre un cambio que signifique evolución. Eso este año tiene que pasar, y creo que en mucho de nosotros, para que podamos disfrutar de esos minutillos de sensación de felicidad. Un saludo

Argax dijo...

Te entiendo, mis tentaciones de soledad y silencio están más relacionadas con una casa en medio del monte, pero te entiendo.
Si tu te conviertes en pez yo en Lince.

En fin, espero que encuentres pronto algo de eufória para aplazar un poco más ese sueño de profundidad.

Un abrazo.

Mysia dijo...

Mm, a veces hay q bajar a las profundidades para apreciar la belleza o claridad de la superficie.
En kualkier caso, todo es un proceso personal.
Yo no sbaría q animal elegir de poder "transformarme", pero h d dar con uno xd.

Anónimo dijo...

Argax, una casa en medio del monte es un paraíso, sí ¿Pero te irías solo? Para eso veo yo que necesitarias una estufita corporal y alguien con quien profundizar, pero bueno también se puede hablar con la montaña, con las hortalizas del huerto, con los animalillos. Gracias por tus deseos, lo mismo te digo. Euroria no se si es mucho pero con un estado elevado permanente me conformaría. Un abrazo.

Mysia, piénsate lo del animal y me lo dices. Un beso

Lolíndir Palantír dijo...

nen, uno ha de seguir su camino aun sin saber cual sea, que es así que uno se lleva sorpresas. todo fluye...... Kafka tuvo lo suyo en "La Metamorfosis", Pessoa tambien en su "LIbro del desasosiego", Kerouac lo mismo.....pero ..ah que estaban todos ahi en la fluidez de las mareas de la vida???